„¡Aparta, piedra fingida!Suelta, suéltame esa mano,que aún queda el último granoen el reloj de mi vida.Suéltala, que si es verdadque un punto de contriciónda a un alma la salvaciónde toda una eternidad,yo, santo Dios, creo en ti;si es mi maldad inaudita,tu piedad es infinita…¡Señor, ten piedad de mí!“

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