„Padre, ¿de quién aprender? —Aprende del agua. —¿Por qué? —Porque el agua es humilde y generosa con cualquiera. Aprende del agua que toma la forma de lo que la abriga. En el mar es ancha, angosta y rápida en el río, apretada en la copa; sin embargo, siendo blanda moldea a la piedra dura. Aprende del agua tan graciosa, que por delgada se te escapa entre los dedos. Tan graciosa como la espiga, que se somete a los caprichos del viento y se dobla hasta tocar con su punta la tierra, pero pasado el viento la espiga recupera su erguida postura, mientras que el roble por duro no se doblega y es quebrado por el viento. Sé blando como el agua para que el Señor pueda moverte graciosamente en cumplimiento de tu destino.“

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