„Señor vicepresidente, señora directora de Comfama, amigos escritores: Que cada quien hable por sí mismo, en nombre propio, y diga lo que tenga que decir que el hombre nace solo y se muere solo y para eso estamos en Colombia donde por lo menos, en medio de este desastre, somos libres de irnos y volver cuando queramos, y de decir y escribir y opinar lo que queramos, así después nos maten. ¡Y qué importa! Una libertad de semejante magnitud no tiene precio. En uso de esa libertad espléndida que me confiere Colombia, que a nadie calla, me dirijo a ustedes esta noche aprovechando que todavía estoy vivo. ¡Y que se callen los muertos! Con eso de que cualquier vida humana aquí no vale más que unos cuantos pesos, los que cuesta un sicario… ¡Y adivinen quién lo contrató! Ésa es la ventaja de vivir en Colombia, de morir en Colombia, que uno se va tranquilo sin saber de dónde vino la bala, si de la derecha o de la izquierda, y así, ignorante el difuntico del causante de su muerte, sin resentimientos ni rencores, se queda por los siglos de los siglos en la infinita eternidad de Dios.“

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