„Todos nacimos con un corazón totalmente abierto, que no hace distinción entre quién merece y quién no merece nuestro amor. Sin embargo, la experiencia de un mundo temeroso—en donde es triste pero necesario enseñar a nuestros hijos que hay peligros a los que tienen que estar atentos—nos ha habituado a mantener cerrada esa válvula emocional de la que, de otra forma, brota la compasión universal. El amor, que es nuestra misma naturaleza, comienza a sentirse poco natural, y el temor comienza a parecer natural.“

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