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Gabriel García Márquez
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„Un trueno retumbó en la casa y se escapó rodando por el mar, y un aguacero bíblico los apartó del resto del mundo. El obispo se tendió en el mecedor y naufragó en la nostalgia.<<¡Qué lejos estamos!>>, suspiró.<<¿De qué?>><>, dijo el obispo. <<¿Te parece justo que uno necesite hasta un año para saber que es huérfano?>> Y a falta de respuesta, se desahogó de su añoranza: <>.<>, dijo Delaura.<>, dijo el obispo. <>.“
„Ay mi sabio triste, está bien que estés viejo, pero no pendejo“
„Al salir del velorio había movido una taza vacía frente a mí. Había dicho: «He leído su suerte en el café». Yo iba hacia la puerta, entre las otras muchachas y oía la voz de él, honda, convincente, apacible: «Cuente siete estrellas y soñará conmigo». Al pasar junto a la puerta vimos al niño de Paloquemado en la cajita, la cara cubierta con polvos de arroz, una rosa en la boca y los ojos abiertos con palillos. Febrero nos mandaba tibias bocanadas de su muerte y en el cuarto flotaba el vaho de los jazmines y las violetas tostadas por el calor. Pero en el silencio del muerto, la otra voz era constante y única: «Recuérdelo bien. Nada más que siete estrellas».“
„Sáquese una foto con el futuro del país.La frase me sorprendió, porque respondía a una que había anotado en alguna de tantas cajetillas de Gitane: Yo diría que es casi imposible encontrar a alguien en Chile que no tenga una idea del futuro. Sobre todo, los niños de una generación que no había conocido un país diferente, y sin embargo, tenían ya una convicción propia de su destino.“
„Los sobresaltos continuaban pero les dolían menos: la vida se había encargado de enseñarles que la felicidad del amor no se hizo para dormirse en ella sino para joderse juntos.“
„Se había cansado de esperar al hombre que se quedó, a los hombres que se fueron, a los incontables hombres que erraron el camino de su casa confundidos por la incertidumbre de las barajas.“
„Lo único cierto era que se llevaron todo: el dinero, las brisas de diciembre, el cuchillo del pan, el trueno de las tres de la tarde, el aroma de los jazmines, el amor.“
„Tal vez lo más colombiano de la situación era la asombrosa capacidad de la gente de Medellín para acostumbrarse a todo, lo bueno y lo malo, con un poder de recuperación que quizás sea la fórmula más cruel de la temeridad.“
„Es para endulzar el café –le explicó–. Es azúcar, pero sin azúcar.–Por supuesto –dijo el coronel, la saliva impregnada de una dulzura triste–. Es algo así como repicar pero sin campanas.“
„En cambio, no volví a escuchar a Mozart durante años, desde que me asaltó la idea perversa de que Mozart no existe, porque cuando es bueno es Beethoven y cuando es malo es Haydn.“
„Pero el silencio era diáfana en el calor de las cuatro, y por la ventana del dormitorio se veía el perfil de la ciudad antigua con el sol de la tarde en las espaldas, sus cúpulas doradas, su mar en llamas hasta Jamaica.“
„su único entretenimiento era sentarse a pensar, y que era posible atravesar“
„«Cada quien es dueño de su propia muerte, y lo único que podemos hacer, llegada la hora, es ayudarlo a morir sin miedo ni dolor».“
„El hambre de tierra, el cloc cloc de los huesos de sus padres, la impaciencia de su sangre frente a la pasividad de Pietro Crespi estaban relegados al desván de la memoria.“
„Siempre he dicho que los celos saben más que la verdad.“
„Nunca me he enamorado, le dije. Ella replicó en el acto: Yo sí. Y terminó sin interrumpir su oficio: Lloré veintidós años por usted. El corazón me dio un salto. Buscando una salida digna, le dije: Hubiéramos sido una buena yunta. Pues hace mal en decírmelo ahora, dijo ella, porque ya no me sirve ni de consuelo.“
„Le había llegado la hora de preguntarse con dignidad, con grandeza, con unos deseos incontenibles de vivir, qué hacer con el amor que se le habîa quedado sin dueño.“
„logró llegar a tierra. El entonces joven reportero que era García Márquez escuchó el relato de los hechos de boca“
„«Es que la credibilidad, mi querido maestro, depende mucho de la cara que uno ponga para contarlo».“
„Lo esperaba despierto hasta el amanecer, en la cama solitaria que parecía tener una estera de brasas, y seguían hablando sin sueño hasta la hora de levantarse, de modo que muy pronto padecieron ambos la misma somnolencia, sintieron el mismo desprecio por la alquimia y la sabiduría de su padre, y se refugiaron en la soledad.“
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