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Immanuel Kant
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„La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de las demás facultades.“
„El mundo de ningún modo se hundirá porque haya menos hombres malos.“
„Dormía y soñé que la vida era belleza; desperté y advertí que es deber.“
„Lo que hagas por otro que ese otro pueda hacer por sí mismo, lo hace inútil.“
„No son las consecuencias de la acción lo que hacen que sea buena o mala, sino cual es la motivación del individuo al llevar a cabo el acto.“
„Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él.“
„Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza“
„Así como una cara es bella porque revela el alma, así el mundo es bello porque a través de él se ve un Dios.“
„Con el poder viene la responsabilidad.“
„El ser humano, considerado como persona, está situado por encima de cualquier precio, porque, como tal, no puede valorarse solo como medio para fines ajenos, incluso para sus propios fines, sino como fin en sí mismo; es decir, posee una dignidad (un valor interno absoluto), gracias a la cual infunde respeto a todos los demás seres racionales del mundo, puede medirse con cualquier otro de esta clase y valorarse en pie de igualdad.“
„… ningún hombre debe ser un medio para que otro hombre realice sus fines.“
„La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia la debilidad del fuerte.“
„La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa.“
„Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros.“
„De dónde viene el ser humano todos lo sabemos, a donde quiere llegar pocos lo conocen.“
„Es absolutamente necesario persuadirse de la existencia de Dios; pero no es al propio tiempo necesario que sea demostrada.“
„Con las piedras que con duro intento los críticos te lanzan, bien puedes erigirte un monumento.“
„Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí. Ambas cosas no debo buscarlas ni limitarme a conjeturarlas, como si estuvieran ocultas entre tinieblas o tan en lontananza que se hallaran fuera de mi horizonte; yo las veo ante mí y las relaciono inmediatamente con la consciencia de mi existir.“
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