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Marguerite Yourcenar
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„Estamos atados por tantas ligaduras en que hemos vivido que nos parece que al alejarnos será también más fácil alejarnos de nosotros mismos.“
„No presumo de haber amado. He sentido demasiado lo poco durables que son las emociones más vivas para querer, al acercarme a seres perecederos, encaminados hacia la muerte, extraer un sentimiento que se pretende inmortal.“
„Toda mujer que ama es una pobre inocente.“
„Cuando hayamos aliviado lo mejor posible las servidumbres inútiles y evitado las desgracias innecesarias, siempre tendremos, para mantener tensas las virtudes heroicas del hombre, la larga serie de males verdaderos, la muerte, la vejez, las enfermedades incurables, el amor no correspondido, la amistad rechazada o vendida, la mediocridad de una vida menos vasta que nuestros proyectos y más opaca que nuestros ensueños – todas las desdichas causadas por la naturaleza divina de las cosas.“
„… el amor por una persona determinada, aun siendo tan desgarrador, no suele ser sino un hermoso accidente pasajero, menos real en cierto sentido que las predisposiciones y opciones que lo preceden y que sobrevivirán a él.“
„Somos todos iguales: le tenemos miedo al drama, pero a veces somos lo bastante románticos para desear que ocurra y no nos damos cuenta de que ha empezado ya“
„Nada nos acerca tanto a otros seres como el tener miedo juntos.“
„¿Vuestra Reverencia hace de mí un luterano? -preguntó el filósofo con débil sonrisa.-No, amigo mío, temo que no tengáis bastante fe para ser un hereje.“
„También conseguimos engañar a nuestra memoria. A fuerza de repetirnos lo que hubiéramos debido hacer, termina por parecernos imposible no haberlo hecho.“
„Los hombres más opacos emiten algún resplandor: este asesino toca bien la flauta, ese contramaestre que desgarra a latigazos la espalda de los esclavos es quizá un buen hijo; ese idiota compartirá conmigo su último mendrugo. Y pocos hay que no puedan enseñarnos alguna cosa. Nuestro gran error está en tratar de obtener de cada uno en particular las virtudes que no posee, descuidando cultivar aquellas que posee. A la búsqueda de esas virtudes fragmentarias aplicaré aquí lo que decía antes, voluptuosamente, de la búsqueda de la belleza.“
„El sufrimiento nos hace egoístas porque nos absorbe por entero: sólo más tarde, en forma de recuerdo, nos enseña la compasión.“
„Era demasiado joven para sospechar que la existencia no está hecha de súbitos impulsos y de obstinada constancia, sino de compromisos y de olvidos.“
„Se dice: loco de alegría. También podría decirse: cuerdo de dolor.“
„Quizás comprendiste ya que los fantasmas son invisibles porque los llevamos dentro.“
„No sabía que el dolor contiene extraños laberintos por los cuales no había terminado de andar“
„En el caso de la mayoría de los seres, los contactos más ligeros y superficiales bastan para contentar nuestro deseo, y aún para hartarlo. Si insisten, multiplicándose en torno de una criatura única hasta envolverla por entero; si cada parcela de su cuerpo se llena para nosotros de tantas significaciones trastornadoras como los rasgos de un rostro; si un solo ser, en vez de inspirarnos irritación, placer o hastío, nos hostiga como una música y nos atormenta como un problema; si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a sernos más indispensables que nuestro propio ser, entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, mas que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu“
„Un hombre que lee, que piensa o que calcula, pertenece a la especie y no al sexo; en sus mejores momentos llega a escapar de lo humano.“
„Mucho me costaría vivir en un mundo sin libros pero la realidad no está en ellos, puesto que no cabe entera.“
„de más en más me interesaba el mundo oscuro de la sensación, negra noche donde fulguran y ruedan soles enceguecedores…“
„Apenas llegado a Sharax, el fatigado emperador había ido a sentarse a la orilla del mar, frente a las densas aguas del Golfo Pérsico. En aquel momento no dudaba todavía de la victoria, pero por primera vez lo abrumaba la inmensidad del mundo, la conciencia de su edad y de los límites que nos encierran. Gruesas lágrimas rodaron por las arrugadas mejillas del hombre a quien se creía incapaz de llorar. El jefe que había llevado las águilas romanas a riberas hasta entonces inexploradas, comprendió que no se embarcaría jamás en aquel mar tan soñado; la India, la Bactriana, todo ese Oriente tenebroso del que se había embriagado a distancia, se reducirían para él a unos nombres y a unos ensueños. A la mañana siguiente, las malas noticias lo forzaron a retroceder. Cada vez que el destino me ha dicho no, he recordado aquellas lágrimas derramadas una noche en lejanas playas por un anciano que quizá miraba por primera vez su vida cara a cara.“
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