„Las mujeres tienen suerte, aunque el noventa y nueve por ciento no lo sabe. ¿A qué edad se lanzó Santa Teresa a reformar monasterios? A los cincuenta. Y podría citar muchos casos más. De los veinte a los cuarenta las mujeres se hallan absortas biológicamente… y con toda razón. Se preocupan de los niños, los maridos, los amantes… Las relaciones personales. O subliman todas estas cosas y se lanzan a una carrera, de forma típicamente femenina y emocional. Pero la segunda flora­ción natural es de la mente y el espíritu y su edad cuando una alcanza la madurez. Según van envejeciendo, las mujeres se interesan más en cosas impersonales. Los in­tereses masculinos se reducen, los de las mujeres se am­plían. A los sesenta un hombre se repite, por lo general, como un gramófono. A la misma edad, una mujer, si tiene cierto individualismo, es un ser interesante.“

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