„Una vez que Schopenhauer salió a pasear en una noche estrellada con su posterior biógrafo Gwinner, este, puesto que veía a Venus brillar más intensamente que de costumbre, hizo referencia a las almas que Dante situaba en esta estrella como en un lugar de peregrinación, y preguntó entonces al filósofo, volviendo a opiniones más modernas, ni aceptadas ni rebatidas por la ciencia, si no creía que allá arriba pudiera haber formas de existencia más perfectas de lo que somos nosotros. Schopenhauer rechazó tal cosa, pues no concebía que un ser que estuviera mejor constituido que nosotros, pudiera poseer voluntad de vivir. Opinaba que la serie a través de la cual la vida se elevaba acababa en el hombre, que representaba la última expresión de aquella triste progresión cuyos órganos hacían la vida si no deseable, al menos soportable para el ser humano. Y atreviéndose a elevarse cada vez más en sus pensamientos, se dirigió a su interlocutor y le espetó: «¿Acaso piensa usted de verdad que un ser sobrehumano desearía prolongar un solo día más esta mala comedia que es la vida? Esto nos corresponde a lo sumo a nosotros, los hombres; pero los espíritus o los dioses lo declinarían agradecidos».“

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