„Si la cuestión es que cuando no honras tu memoria, y los muertos forman parte de ella, estás deshonrándote a ti mismo. Pero claro, tú pones la televisión y ves lo que se ve, y te preguntas si de verdad nos importa algo Gálvez, Blas de Lezo, los tercios, Rocroi… En la vida que llevamos, en nuestras perspectivas del mundo actual, todo eso no tiene utilidad, ningún atractivo, no. ¿Qué nos importa Blas de Lezo? ¿Qué ganamos con saber quién fue? La vida que se nos está proponiendo como futuro no tiene nada que ver con esas otras vidas. Ese ejemplo no vale, ahora vale el futbolista que triunfa, la top model que consigue hacerse millonaria, el actor de cine, el cantante… ésos son los ejemplos que nos valen porque son los que la sociedad nos pone como objetivos que hay que imitar. Pero las virtudes de Blas de Lezo, el heroísmo de un tío que está cargando con la Caballería al paso en el río Igan el día de Annual, Gálvez atravesando solo con su bergantín el paso de agua de Pensacola… son ejemplos que no tienen utilidad práctica para el hombre moderno, solamente la tiene para algunos marginales que van­–o vamos–quedando y que todavía comparten viejos códigos de comportamiento. Pero para el español moderno, es hasta molesto, hasta incómodo que le recuerdes que hubo un Blas de Lezo, y no les gusta que lo hagas, porque eres un aguafiestas y un facha, un gruñón.“

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