„Una educación destinada a eliminar el miedo no es difícil de crear. Sólo se necesita tratar amablemente al niño, colocarlo en un medio donde la iniciativa sea posible sin resultados desastrosos, y librarlo del contacto con los adultos que tienen miedos irracionales, ya sea de la oscuridad, de los ratones o de la revolución social. Tampoco se debe castigar excesivamente a un niño, mimarlo mucho o hacerle reproches exagerados. El librar del odio a unos niños es un asunto más complicado. Las situaciones que despiertan envidia tienen que ser cuidadosamente evitadas mediante una justicia escrupulosa y exacta, como entre distintos niños. Un niño tiene que sentirse objeto del cariño de al menos parte de los adultos con quienes trata, y no debe ser frustrado en sus actividades y curiosidades naturales, excepto cuando su vida o su salud corran peligro.“

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