„y el sacerdote reía de buena gana cuando mi amigo le preguntaba, entre copa y copa de aromas de Montserrat, si sabía a ciencia cierta si las monjas tenían muslos y si de tenerlos eran tan mollares y mordisqueables como venía él sospechando desde la adolescencia. —Va a conseguir usted que lo excomulguen —le reprendí a mi padre—. Las monjas ni se miran ni se tocan. —Pero si el mosén es casi más golfo que yo —protestaba Fermín—. Si no fuese por el uniforme… Andaba“

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