„El pensamiento, una vez puesto en marcha, ya no pudo detenerse, y siguiendo su propia lógica lo llevó a una conclusión a la que habría preferido no llegar (pero, tratándose del pensamiento, no era posible retroceder): el hombre, él mismo, o mejor dicho esos pedazos de él mismo que traía el mar, se estaban armando en algún lugar del interior de la isla. Se iban juntando para recomponer el hombre que había sido… Y ese hombre era él o su doble… Y cuando estuviera entero vendría buscarlo…“

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