„Apareció entonces un hombre delgado de chaleco pulido tocando el violín en la esquina. Debo explicar que a este hombre lo vi una vez al anochecer cuando yo era niño en Recife y el sonido extenuado y agudo subrayaba con una línea dorada el misterio de la calle oscura. Junto al hombre escuálido había una latita de zinc donde hacían un ruido seco las monedas de los que oían con gratitud porque él les sollozaba la vida. Sólo ahora entiendo y sólo ahora brotó en mí el sentido secreto: el violín es un aviso. Sé que cuando yo muera voy a oír el violín del hombre y pediré música, música, música.“

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