„Una de las cosas que a Ford Prefect le había costado más trabajo entender de los humanos era su costumbre de repetir y manifestar continuamente lo que era a todas luces muy evidente;como “Hace buen día”, ”Es usted muy alto” o “¡Válgame Dios!, parece que te has caído a un pozo de treinta metros de profundidad, ¿estás bien?”. Al principio, Ford elaboró una teoría para explicarse esa conducta extraña. Si los seres humanos no dejan de hacer ejercicio con los labios, pensó, es probable que la boca se les quede agarrotada. Tras unos meses de meditación y observación, rechazó aquella teoría a favor de una nueva: si no continúan haciendo ejercicio con los labios, pensó, su cerebro empieza a funcionar.“

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