„Cuando Lila me refirió aquello, dijo también que lo que ella llamaba desbordamiento, pese a habérsele manifestado de forma clara únicamente en esa ocasión, no le resultaba del todo nuevo. Por ejemplo, a menudo había tenido la sensación de instalarse por unas pocas fracciones de segundo en una persona, una cosa, un número o una sílaba, violando sus contornos. Y el día en que su padre la había lanzado por la ventana, mientras volaba en dirección al asfalto, había tenido la certeza absoluta de que unos animalitos rojizos, muy amistosos, se dedicaban a disolver la composición de la calle para transformarla en una materia lisa y blanda. Pero aquella noche de año nuevo fue la primera vez en que notó que unos entes desconocidos rompían el perfil del mundo para revelar su naturaleza espantosa. Aquello la había conmocionado.“

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