„Fernando Vallejo se pone a escribir lo primero que le viene a la cabeza y, cuando llega a la página 180, decide que ya está bien y la novela termina. Estructuralmente, todas sus novelas son un caótico flujo de conciencia (y sobre todo: de inconsciencia) donde el autor se lo pasa en grande yéndose por las ramas, llamando «hijueputa» a presidentes, Papas y pichicateros y paladeando coitos con muchachos. Tal cual».“

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