„Ya me habían crucificado y marcado con la cruz; había nacido exento de la necesidad de sufrir… y, sin embargo, no conocía otra forma de avanzar con esfuerzo que repitiendo el drama. Toda mi inteligencia estaba en contra de eso. El sufrimiento es fútil, me decía mi inteligencia una y mil veces, pero seguía sufriendo voluntariamente. El sufrimiento no me ha enseñado nunca la más mínima cosa; para otros puede que sea necesario, pero para mí no es sino una demostración algebraica de inadaptabilidad espiritual. Todo el drama que está representando el hombre de hoy mediante el sufrimiento no existe para mí: en realidad nunca ha existido. Todos mis calvarios fueron crucifixiones rosadas, seudotragedias para mantener los fuegos del infierno ardiendo vivamente para los pecadores auténticos que corren peligro de verse olvidados.“

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