„Decís: «Nos aborrece el trato con los niños». Tenéis razón. Decís: «porque tenemos que rebajarnos a sus conceptos. Agacharnos, doblarnos, ajustarnos, encogernos». Os equivocáis. No es eso lo que nos cansa. Nos cansa que tengamos que escalar sus sentimientos. Escalar, extender, ponernos de puntillas, estirarnos. Para no herir.“

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