„Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos. 26 Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti. 27 Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo. 28 Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. 29 Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”.“

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