„Mamá se sujetaba ambas manos, apretándolas, y unas lágrimas limpias empezaban a rodarle por las mejillas. Mirándola, José quiso consolarla: esa es la guerra, doña; no hay remedio…O se mata o lo matan. Pero esas palabras ni a él le satisfacían porque bien claro se le veía el dolor.“

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