„Todas las criaturas vivían esclavas de su propia corporeidad. Y, cuando, por fin, esos cuerpos morían, regresaban a la tierra para alimentar a su Diosa. Le pertenecían desde que nacían hasta que la tierra se los tragaba. Hasta tal punto los controlaba ella. Todo esto cambió con la llegada de la Emperatriz. Ella derrotó a la Diosa y la obligó a retirarse a las profundidades del subsuelo, desde donde todavía hoy escupe de vez en cuando esas… piedras… Ópalos… que condensan parte de su poder.“

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