„Desapareció la luna y empezó a clarear el día. Habían terminado ya la primera tanda cuando el hijo mayor, Akim, en pelliza corta y gorro, se acercó a los que trabajaban.-¡Tú sí que te lo tomas con calma! -le gritó el padre, dejando de golpear y apoyándose en el mayal.-Tenía que atender a los caballos.-¡Atender a los caballos! -dijo el padre remedándole- La vieja cuidará de eso. Tú coge un mayal. Te estás poniendo demasiado gordo. ¡Borrachín!-¿Eres tú el que me pagas la bebida? -gruñó el hijo.-¿Qué? -dijo el padre, frunciendo el ceño y blandiendo el mayal con aire de amenaza.El hijo, sin decir palabra, cogió el mayal y la faena se reanudó.“

Tags: