„Pero con ella instalada en mi existencia, ya no habrá soledad. Es decir: ojalá que no haya. Hay que ser más modesto, más modesto. No frente a los demás, eso qué importa. Hay que ser más modesto cuando uno se enfrenta, cuando uno se confiesa a sí mismo, cuando uno se acerca a su última verdad, que aún puede llegar a ser más decisiva que la voz de la conciencia, porque ésta sufre de afonías, de imprevistas ronqueras, que a menudo le impiden ser audible.“

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