Página de inicio » Quote » Martin Luther King » „No puedo olvidar que el Premio Nobel de la Paz no fue sólo algo que tiene lugar, sino que es una comisión – una comisión para trabajar más duro de lo que nunca antes había trabajado para la hermandad del hombre. Es un llamado que me lleva más allá de lealtades nacionales. Pero incluso si no estuviera presente, aun así tendrá que vivir con el sentido de mi compromiso con el ministerio de Jesucristo. Para mí, la relación de este ministerio para la realización de la paz es tan obvia que a veces me sorprendo de los que me preguntan por qué estoy hablando en contra de la guerra. ¿Podrá ser que ellos no sepan que las Buenas Nuevas estan destinadas a todos los hombres; para comunistas y capitalistas, para sus hijos y los nuestros, para blancos y negros, para revolucionarios y conservadores?. ¿Han olvidado que mi ministerio es en obediencia a Aquél que amó a sus enemigos tan completamente que murió por ellos? ¿Qué, entonces, puedo decirle a Vietcong, a Castro, o Mao, como un fiel ministro de Jesucristo? ¿Puedo amenazarlos con la muerte, o no debo mas bien compartir con ellos mi vida?“
„No puedo olvidar que el Premio Nobel de la Paz no fue sólo algo que tiene lugar, sino que es una comisión – una comisión para trabajar más duro de lo que nunca antes había trabajado para la hermandad del hombre. Es un llamado que me lleva más allá de lealtades nacionales. Pero incluso si no estuviera presente, aun así tendrá que vivir con el sentido de mi compromiso con el ministerio de Jesucristo. Para mí, la relación de este ministerio para la realización de la paz es tan obvia que a veces me sorprendo de los que me preguntan por qué estoy hablando en contra de la guerra. ¿Podrá ser que ellos no sepan que las Buenas Nuevas estan destinadas a todos los hombres; para comunistas y capitalistas, para sus hijos y los nuestros, para blancos y negros, para revolucionarios y conservadores?. ¿Han olvidado que mi ministerio es en obediencia a Aquél que amó a sus enemigos tan completamente que murió por ellos? ¿Qué, entonces, puedo decirle a Vietcong, a Castro, o Mao, como un fiel ministro de Jesucristo? ¿Puedo amenazarlos con la muerte, o no debo mas bien compartir con ellos mi vida?“