„Imaginad que la música es una gran ciudad enmarañada, como Tarbean. En los años que pasé viviendo allí, acabé conociendo bien sus calles. No sólo las principales. No sólo los callejones. Conocía atajos y tejados y secciones de las alcantarillas. Gracias a eso, podía moverme por la ciudad como un conejo entre las zarzas. Era rápido, ingenioso, astuto.Denna, en cambio, no había recibido ninguna instrucción. No conocía ningún atajo. Lo lógico habría sido que hubiera deambulado por la ciudad, perdida e impotente, atrapada en un retorcido laberinto de piedra y argamasa.Pero no: ella atravesaba las paredes. No sabía hacer otra cosa. Nadie le había dicho nunca que no pudiera hacerlo. Por eso se movía por la ciudad como un ser feérico. Paseaba por calles que nadie podía ver, y eso hacia que su música fuera salvaje, extraña, libre.“

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