„Por lo tanto, entrégate al diseño divino y Sí el número uno a los ojos de Dios. Debes saber que eres el templo de Dios. Vive inmerso en la oración. Vive tu vida con humildad de espíritu y sirve por motivos rectos. Procura el consejo y el ejemplo de hombres y mujeres consagrados. Por último, reconoce la preeminencia de Cristo en todo. Esos son los elementos de un llamado. La vanagloria, el poder, la sensualidad y la seducción de los bienes materiales son impedimentos a dicho llamado.“

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