„Sabrás que estás en proceso de maduración cuando empieces a ver la mano de Dios en las circunstancias más variadas, confusas y aparentemente vanas de la vida. Si estás enfrentando un problema ahora mismo, no preguntes: «¿Por qué a mí?». Pregunta en cambio: «¿Qué quieres que aprenda?». Después confía en Dios y sigue haciendo lo que es correcto. «Ustedes necesitan mantenerse firmes, permaneciendo en el plan de Dios para poder estar allí cuando tenga lugar la plenitud prometida».33 No te des por vencido: ¡Madura!“

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