„Un hombre vio que uno de sus vecinos salía de una iglesia un domingo por la mañana y le preguntó: «¿Ya se acabó el sermón?» El vecino le respondió con sabiduría: «No. Ya lo predicaron, pero todavía falta que lo practiquemos». Si no aplicamos las revelaciones que Dios nos da, nos volveremos espiritualmente insensibles y desarrollaremos costras. Nos volvemos torpes a la obra de convencimiento del Espíritu Santo en nuestra vida. La aplicación de la Palabra de Dios es vitalmente necesaria para nuestra salud espiritual, crecimiento y madurez cristiana.“

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