„El ánfora funesta del divino veneno que ha de ser por la vida la tortura interior, la consciencia espantable de nuestro humano cieno y el horror de sentirse pasajero, el horror de ir a tientas, en intermitentes espantos, hacia lo inevitable, desconocido, y la pesadilla brutal de este dormir de llantos ¡de la cual no hay más que Ella que nos despertará!“

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