„Giraban cada vez más vertiginosamente, cuando pasaron frente al encargado por -¿décima? ¿decimoquinta?- vez, él se inclinó y la besó, y la cabina rotó zumbando sobre su riel, uniendo los labios de él y de ella de una manera ardiente y excitante e imposible de despegar. Después perdieron velocidad, y su cabina traqueteó sobre el riel con menos ganas, y finalmente se detuvo, meciéndose y oscilando.“

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