„Va así: en muchos sentidos el mar es, al fin y al cabo, solo una forma más mojada de aire. Y es sabido que el aire es más denso cuanto más se desciende y más ligero cuanto más alto se vuela. Así pues, cuando un barco zarandeado por una tormenta naufraga y se hunde, tiene que llegar a una profundidad donde el agua de debajo sea lo bastante viscosa como para frenar su caída.“

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