„El maestro llevaba muchos años predicando que la vida no era más que ilusión. Cuando murió su hijo, rompió a llorar. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: –Maestro, ¿cómo puede llorar tanto si nos ha explicado que todas las cosas de esta vida son una ilusión? –Sí —respondió el sabio, enjugándose las lágrimas que resbalaban por sus mejillas—, ¡él era una ilusión tan hermosa!“

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