„Más específicamente, si tienes una cita importante y de pronto te encuentras en la mitad de un embotellamiento, puedes insultar al ministro del transporte, patear el carro, maldecir el día de tu nacimiento, pelear con una señora que mira absorta desde el carro vecino, pitar el claxon como un desaforado, o por el contrario, recostarte, colocar tu música favorita, sacar los pies por la ventanilla y entregarte a los designios de Dios con beneficio de inventario. La primera estrategia segrega adrenalina y cortisona en cantidades industriales, además de hacerte ver como un idiota; la segunda te regala años de vida y, de paso, le agrega un toque de distinción a tu personalidad, que nunca sobra.“

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