„A veces en desgracia ante el oro y los hombres,lloro mi soledad y mi triste abandonoy turbo el sordo cielo con mi estéril lamento,y viéndome a mí mismo, maldigo mi destino.Envidio al semejante más rico de esperanzasy sus bellas facciones y sus buenos amigos.envidio a éste el talento y al otro su podery con lo que más gozo no me siento contento.Ante estos pensamientos yo mismo me desprecio.Felizmente, te evoco y entonces mi natura,como la alondra al alba, cantando toma alturapara entonar sus himnos a las puertas del Cielo.Me da sólo evocarte, dulce amor, tal riqueza,que entonces ya no cambio mi estado por un Reino.“

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