Página de inicio » Quote » Ricardo Arjona » „Que ganas de besarte, de coincidir contigo.“ „Que ganas de besarte, de coincidir contigo.“ — Ricardo Arjona Tags:arte Citas relacionadas „Besarte es desatar un huracán, que suba en el termómetro en el mercurio“ — Joaquín Sabina „Y sólo deseo estar a tu lado, soñar con tus ojos, besarte los labios, sentirme en tus brazos que soy muy feliz.“ — Manu Chao „Que ganas de rozarte, que ganas de tocarte, de acercarme a ti golpearte con un beso.“ — Ricardo Arjona „tu no tienes ganas y yo me muero por darte las fuerzas que hagan falta.“ — Alejandro Sanz „Es muy fácil decir que los otros son el infierno, pero cuando el infierno viaja contigo mismo, lo más prudente es retirarte del mundo y dedicarte a escribir un dietario.“ — Enrique Vila-Matas „Dime donde has ido, dónde esperas en silencio amigo, quiero estar contigo, regalarte mi cariño, darte un beso, ver tus ojos, disfrutando con los míos, hasta siempre, adiós mi corazón“ — Amaia Montero „No podemos coincidir con los colectivistas en cuanto a que una remuneración proporcional a las horas de trabajo aportadas por cada uno sea un ideal. No es siquiera un paso adelante. El ideario colectivista nos parece irrealizable en una sociedad que considere los instrumentos de producción como patrimonio común. Basada en tal principio, se vería obligada a abandonar cualquier sistema de salario. El salario nació de la apropiación individual del suelo y de los instrumentos de producción por parte de algunos. Esa era la condición necesaria para el desarrollo de la producción capitalista y morirá con ella, aunque se trate de disfrazarla bajo la forma de ’bonos de trabajo’. La posesión de las herramientas traerá consigo el goce en común de los frutos de la labor común.“ — Piotr Kropotkin „La oración no es un privilegio para el piadoso, ni tampoco el arte de unos pocos escogidos. La oración es simplemente una conversación sincera entre Dios y su hijo. Mi amigo, él quiere hablar contigo. Aun ahora, mientras lees estas palabras, él toca a la puerta. Ábrela. Dale la bienvenida. Y que comience la conversación.“ — Max Lucado „En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.“ — Jesús de Nazaret „El hombre que dijo "preferiría ser afortunado que bueno", tenía una profunda perspectiva de la vida. La gente teme reconocer qué parte tan grande de la vida depende de la suerte. Da miedo pensar que sea tanto sobre lo que no tenemos control. Hay momentos en un partido de tenis en el que la pelota alcanza a pegar en la red y por una décima de segundo puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue su trayectoria y ganas. O tal vez no y pierdes.“ — Woody Allen „En cuanto al fin que nos proponen Plinio y Cicerón, la gloria, estoy muy lejos de tenerla en cuenta. La inclinación más contraria al retiro es la ambición. La gloria y el reposo no pueden alojarse en el mismo albergue. Por lo que veo, estos sólo tienen los brazos y las piernas fuera de la multitud; su alma y su intención continúan, más que nunca, atadas a ella: b | Tun’ uetule auriculis alienis colligis escas? [Entonces, viejo, ¿trabajas sólo para alimentar los oídos ajenos? ] a | Se han echado atrás solo para saltar mejor, y para, con un movimiento más fuerte, penetrar más vivamente en la muchedumbre. ¿Queréis ver cómo se quedan cortos por un pelo?Comparemos las opiniones de dos filósofos [Epicuro y Séneca], y de dos escuelas muy diferentes, uno escribiendo a Idomeneo, otro a Lucillo, amigos suyos, para apartarlos de la administración de los negocios y de las grandezas, y dirigirlos hacia la soledad. Hasta ahora has vivido —dicen— nadando y flotando; ven a morir al puerto. Has entregado el resto de tu vida a la luz, entrega esta parte a la sombra. Es imposible abandonar las tareas si no renuncias a su fruto; así pues, deshazte de toda preocupación por el nombre y por la gloria. Existe el peligro de que el brillo de tus acciones pasadas te ilumine en exceso, y te siga hasta el interior de tu guarida. Abandona, junto a los demás placeres, el que brinda la aprobación ajena; y, en cuanto a tu ciencia y capacidad, no te importe: no perderán su eficacia porque tú valgas más que ellas. Acuérdate de aquel que, cuando le preguntaron para qué se esforzaba tanto en un arte que no podía ser conocido por mucha gente, respondió: «Me basta con pocos, me basta con uno, me basta con ninguno». Tenía razón. Tú y un compañero sois teatro de sobra suficiente el uno para el otro, o tú para ti mismo. Que el pueblo sea para ti uno solo, y que uno solo sea para ti todo el pueblo. Es una ambición cobarde pretender obtener gloria de la ociosidad y del ocultamiento. Tenemos que hacer como los animales, que borran su rastro a la entrada de su guarida. No has de buscar más que el mundo hable de ti, sino cómo has de hablarte a ti mismo. Retírate en tu interior, pero primero prepárate para acogerte; sería una locura confiarte a ti mismo si no te sabes gobernar. Uno puede equivocarse tanto en la soledad como en la compañía. Hasta que no te hayas vuelto tal que no oses tropezar ante ti, y hasta que no sientas vergüenza y respeto por ti mismo, c | obuersentur species honestae animo [que se ofrezcan imágenes honestas al espíritu], a | represéntate siempre en la imaginación a Catón, Foción y Aristides, ante los cuales aun los locos ocultarían sus faltas, y establécelos como censores de todas tus intenciones. Si estas se desvían, la reverencia por ellos te devolverá al camino. Te retendrán en la vía de contentarte contigo mismo, de no tomar nada en préstamo sino de ti, de detener y fijar el alma en unos pensamientos definidos y limitados donde pueda complacerse; y, tras haber entendido los verdaderos bienes, que se gozan a medida que se entienden, de contentarse con ellos, sin ansias de prolongar la vida ni el nombre. Este es el consejo de la verdadera y genuina filosofía, no de una filosofía ostentosa y verbal, como es la de los dos primeros.“ — Michel De Montaigne