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Relacionado con: abrir
„Es menester abrir de vez en cuando el espíritu y remover las cosas en él depositadas a fin de tenerlas a punto cuando llegue la ocasion de necesitarlas.“
„La única manera de abrir la prisión es amar.“
„Vivir sin ti es posible, sin mayor dificultad, vivo porque tengo un nombre, un número de cuenta y mi carnet electoral, vivo porque así le llaman a ese combustible absurdo de moverse por ahí, vivo como lo hacen todos, vivo porque algunos creen que es abrir los ojos, vivo aunque me muero a diario porque tú ya no estás“
„Soledad es dejar de estar haciendo nada, prepárate, vestirte, abrir la puerta salir… para seguir haciendo lo mismo…“
„Parece que a este nuestro pueblo, al igual del personaje de Poe, lo ha invadido la irremediable cobardía de no abrir los ojos, no tanto por esquivar la visión de horribles cosas cuanto por el fundado temor de no ver nada.“
„Cuando el remedio ya no es posible, la pena /resulta inútil ante lo inevitable que puso fin /a la esperanza. ¿De qué sirve llorar por lo pasado? /Sólo para abrir nuevo camino al dolor. /Cuando ha ocurrido ya lo que Fortuna nos depara, /que Paciencia haga burla de sus heridas. /Si al robarnos nos reímos, robémosle al ladrón /Quien en dolor vano se hunde, a sí mismo se roba{Othello}“
„(Cristo) Amaba a los ignorantes, como todos los poetas, pues sabía que siempre hay espacio en el alma de un ignorante para una gran idea. Pero no podía soportar a los necios, especialmente a aquellos embrutecidos por la educación, vale decir, a esas gentes que poseen un juicio a punto para todo, aunque no comprendan ninguno; un tipo, éste, especialmente moderno, y que describe Cristo bajo la forma de aquél que posee la llave de la sabiduría y no la sabe emplear, ni permite que la empleen los demás a pesar de que ésta, acaso, sirva para abrir la puerta del reino de Dios.“
„Son muy pocos aquellos de entre nosotros que no se han despertado a veces antes del alba, o después de una de esas noches sin sueños que casi nos hacen amar la muerte, o de una de esas noches de horror y de alegría monstruosa, cuando se agitan en las cámaras del cerebro fantasmas más terribles que la misma realidad, rebosantes de esa vida intensa, inseparable de todo lo grotesco, que da al arte gótico su imperecedera vitalidad, puesto que ese arte bien parece pertenecer sobre todo a los espíritus atormentados por la enfermedad del ensueño. Poco a poco, dedos exangües surgen de detrás de las cortinas y parecen temblar. Adoptando fantásticas formas oscuras, sombras silenciosas se apoderan, reptando, de los rincones de la habitación para agazaparse allí. Fuera, se oye el agitarse de pájaros entre las hojas, o los ruidos que hacen los hombres al dirigirse al trabajo, o los suspiros y sollozos del viento que desciende de las montañas y vaga alrededor de la casa silenciosa, como si temiera despertar a los que duermen, aunque está obligado a sacar a toda costa al sueño de su cueva de color morado. Uno tras otro se alzan los velos de delicada gasa negra, las cosas recuperan poco a poco forma y color y vemos cómo la aurora vuelve a dar al mundo su prístino aspecto. Los lívidos espejos recuperan su imitación de la vida. Las velas apagadas siguen estando donde las dejamos, y a su lado descansa el libro a medio abrir que nos proponíamos estudiar, o la flor preparada que hemos lucido en el baile, o la carta que no nos hemos atrevido a leer o que hemos leído demasiadas veces. Nada nos parece que haya cambiado. De las sombras irreales de la noche renace la vida real que conocíamos. Hemos de continuar allí donde nos habíamos visto interrumpidos, y en ese momento nos domina una terrible sensación, la de la necesidad de continuar, enérgicamente, el mismo ciclo agotador de costumbres estereotipadas, o quizá, a veces, el loco deseo de que nuestras pupilas se abran una mañana a un mundo remodelado durante la noche para agradarnos, un mundo en el que las cosas poseerían formas y colores recién inventados, y serían distintas, o esconderían otros secretos, un mundo en el que el pasado tendría muy poco o ningún valor, o sobreviviría, en cualquier caso, sin forma consciente de obligación o de remordimiento, dado que incluso el recuerdo de una alegría tiene su amargura, y la memoria de un placer, su dolor.“
„un hombre, al abrir una puerta, se encuentra con una mujer a medio vestir. Una persona educada diría: «Pardon, madame» y cerraría la puerta de inmediato. En cambio, la persona con tacto diría: «Pardon, monsieur» y cerraría la puerta de inmediato.“
„Esperar a que sucediera algo. Siempre había sido así. Cuando se llega a un punto muerto, no hay que precipitarse. Si se espera pacientemente, algo sucede. Algo llega. Sólo hay que abrir los ojos y esperar en la penumbra a que algo empiece a moverse.“
„Hay dos tipos de personas: los que son capaces de abrir su corazón a los demás y los que no. Tú te cuentas entre los primeros. Puedes abrir tu corazón siempre y cuando quieras hacerlo.“
„Todavía no eres libre, todavía buscas la libertad. Tu búsqueda te ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad. Tus perros salvajes quieren libertad; ladran de placer en su cueva cuando tu espíritu se propone abrir todas las prisiones72.“
„porque —oh viejo hermoso Sigmund Freud— la ciencia psicoanalítica se olvidó la llave en algún lado:abrir se abrepero ¿cómo cerrar la herida?“
„Cansada del estruendo mágico de las vocalesCansada de inquirir con los ojos elevadosCansada de la espera del yo de pasoCansada de aquel amor que no sucedióCansada de mis pies que sólo saben caminarCansada de la insidiosa fuga de preguntasCansada de dormir y de no poder mirarmeCansada de abrir la boca y beber el vientoCansada de sostener las mismas víscerasCansada del mar indiferente a mis angustias“
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