„que no conmovieran, especialmente entre las enviadas a casa de los padres. En esta carta se decía poco de las molestias sufridas, de los peligros afrontados o de la nostalgia a la cual había que sobreponerse; era una carta alegre, llena de descripciones de la vida del soldado, de las marchas y de noticias militares; y sólo hacia el final el autor de la carta dejó brotar el amor paternal de su corazón y su deseo de ver a las niñas que había dejado en casa. «Mi cariño y un beso a cada una. Diles que pienso en ellas durante el día, y por la noche oro por ellas, y siempre encuentro en su cariño el mejor consuelo. Un año de espera para verlas parece interminable, pero recuérdales que, mientras esperamos, podemos todos trabajar, de manera que estos días tan duros no se desperdicien. Sé que ellas recordarán todo lo que les dije, que serán niñas cariñosas para ti, que cuando vuelva podré enorgullecerme de mis mujercitas más que nunca.” Todas se conmovían algo al llegar a esta parte, Jo no se avergonzó de la gruesa lágrima que caía sobre el papel blanco, y Amy no se preocupó de que iba a desarreglar sus bucles al esconder la cara en el seno de su madre y dijo sollozando: -¡Soy egoísta! Pero trataré de ser mejor para que no se lleve un chasco conmigo. – ¡Trataremos todas! -exclamó Meg -. Pienso demasiado en mi apariencia y detesto trabajar, pero no lo haré más si puedo remediarlo. -Trataré de ser lo que le gusta a él llamarme «una mujercita», y no ser brusca y atolondrada; cumpliré aquí con mi deber en vez de desear estar en otra parte -dijo Jo, pensando que dominarse a sí misma era obra más difícil que hacer frente a unos rebeldes. Beth no dijo nada, pero secó sus lágrimas con el calcetín del ejército y se puso a trabajar con todas sus fuerzas, no perdiendo tiempo en hacer lo que tenía más cerca de ella, mientras decidía en su corazón ser como su padre lo deseaba cuando al cabo de un“
„BesosHay besos que pronuncian por sí solosla sentencia de amor condenatoria,hay besos que se dan con la miradahay besos que se dan con la memoria.Hay besos silenciosos, besos nobleshay besos enigmáticos, sinceroshay besos que se dan sólo las almashay besos por prohibidos, verdaderos.Hay besos que calcinan y que hieren,hay besos que arrebatan los sentidos,hay besos misteriosos que han dejadomil sueños errantes y perdidos.Hay besos problemáticos que encierranuna clave que nadie ha descifrado,hay besos que engendran la tragediacuantas rosas en broche han deshojado.Hay besos perfumados, besos tibiosque palpitan en íntimos anhelos,hay besos que en los labios dejan huellascomo un campo de sol entre dos hielos.Hay besos que parecen azucenaspor sublimes, ingenuos y por puros,hay besos traicioneros y cobardes,hay besos maldecidos y perjuros.Judas besa a Jesús y deja impresaen su rostro de Dios, la felonía,mientras la Magdalena con sus besosfortifica piadosa su agonía.Desde entonces en los besos palpitael amor, la traición y los dolores,en las bodas humanas se parecena la brisa que juega con las flores.Hay besos que producen desvaríosde amorosa pasión ardiente y loca,tú los conoces bien son besos míosinventados por mí, para tu boca.Besos de llama que en rastro impresollevan los surcos de un amor vedado,besos de tempestad, salvajes besosque solo nuestros labios han probado.¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;cubrió tu faz de cárdenos sonrojosy en los espasmos de emoción terrible,llenáronse de lágrimas tus ojos.¿Te acuerdas que una tarde en loco excesote vi celoso imaginando agravios,te suspendí en mis brazos… vibró un beso,y qué viste después…? Sangre en mis labios.Yo te enseñé a besar: los besos fríosson de impasible corazón de roca,yo te enseñé a besar con besos míosinventados por mí, para tu boca.Este maravilloso poema de Gabriela Mistral, nos describe de una manera muy simple y sentida, una de las grandes expresiones de amor o quizas las principal. Me he tomado el trabajo de narrarlo, asumiendo el riesgo de no ser capaz de transmitir la verdadera intensidad o altura que tienen las palabras de esta destacada artista de las letras.Lucila de María Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral. Nacida en Vicuña, Chile el 7 de abril de 1889 y fallecida Nueva York, el 10 de enero de 1957, Poetisa, diplomática, y pedagoga. Gabriela Mistral, una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera persona de América Latina en ganar el Premio Nobel de Literatura,2 que recibió en 1945.“