„A menudo me he interrogado sobre la razón y el sentido de mis rabietas. Creo que se explican en parte por una vitalidad fogosa y por un extremismo al cual nunca he renunciado del todo. Llevaba mis repugnancias hasta el vómito, mis deseos hasta la obsesión; un abismo separaba las cosas que me gustaban de las que no me gustaban. No podía aceptar con indiferencia la caída que me precipitaba de la plenitud al vacío, de la beatitud al horror; si la consideraba fatal, me resignaba; nunca me enojé contra un objeto. Pero me negaba a ceder a esa fuerza impalpable: las palabras; lo que mesublevaba es que una frase lanzada al descuido: «Debes hacerlo… no debes hacerlo», arruinara en un instante mis empresas y mis alegrías. Loarbitrario de las órdenes y de las prohibiciones contra las que chocaba denunciaba su inconsistencia; ayer pelé un durazno: ¿por qué no esa ciruela?, ¿por qué dejar mis juegos justo en este minuto? En todas partes encontraba obligaciones, en ninguna parte su necesidad. En el corazón de la ley que me abrumaba con el implacable rigor de las piedras, yo entreveíauna ausencia vertiginosa: me sumergía en ese abismo, la boca desgarrada por gritos. Aferrándome al suelo, pataleando, oponía mi peso de carne al aéreo poder que me tiranizaba; lo obligaba a materializarse; me encerraban en un cuarto oscuro entre escobas y plumeros; entonces podía golpear con los pies y las manos en muros verdaderos, en vez de debatirme contra inasibles voluntades. Yo sabía que esa lucha era vana; desde el momento en que mamá me había sacado de las manos la ciruela sangrienta, en que Louise había guardado en su bolsa mi pala y mis moldes, yo estaba vencida; pero no me rendía. Cumplía el trabajo de la derrota. Mis sobresaltos, las lágrimas que me cegaban, quebraban el tiempo, borraban el espacio, abolían a la vez el objeto de mi deseo y los obstáculos que me separaban de él. Me hundía en la noche de la impotencia; ya nada quedaba salvo mi presencia desnuda y ellaexplotaba en largos aullidos.“
„Ya no, ya no,ya no me sirves, zapato negro,en el cual he vivido como un piedurante treinta años, pobre y blanca,sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.Papi: he tenido que matarte.Te moriste antes de que me diera tiempo…Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,lívida estatua con un dedo del pie gris,del tamaño de una foca de San Francisco.Y la cabeza en el Atlántico extravaganteen que se vierte el verde legumbre sobre el azulen aguas del hermoso Nauset.Solía rezar para recuperarte.Ach, du.En la lengua alemana, en la localidad polacaapisonada por el rodillode guerras y más guerras.Pero el nombre del pueblo es corriente.Mi amigo polacodice que hay una o dos docenas.De modo que nunca supe distinguir dóndepusiste tu pie, tus raíces:nunca me pude dirigir a ti.La lengua se me pegaba a la mandíbula.Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.Ich, ich, ich, ich,apenas lograba hablar:Creía verte en todos los alemanes.Y el lenguaje obsceno,una locomotora, una locomotoraque me apartaba con desdén, como a un judío.Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.Empecé a hablar como los judíos.Creo que podría ser judía yo misma.Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,no son ni muy puras ni muy auténticas.Con mi abuela gitana y mi suerte raray mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,podría ser algo judía.Siempre te tuve miedo,con tu Luftwaffe, tu jerga pomposay tu recortado bigotey tus ojos arios, azul brillante.Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú…No Dios, sino un esvásticatan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.Cada mujer adora a un fascista,con la bota en la cara; el bruto,el bruto corazón de un bruto como tú.Estás de pie junto a la pizarra, papi,en el retrato tuyo que tengo,un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,pero no por ello menos diablo, no menosel hombre negro queme partió de un mordisco el bonito corazón en dos.Tenía yo diez años cuando te enterraron.A los veinte traté de morirpara volver, volver, volver a ti.Supuse que con los huesos bastaría.Pero me sacaron de la tumba,y me recompusieron con pegamento.Y entonces supe lo que había que hacer.Saqué de ti un modelo,un hombre de negro con aire de Meinkampf,e inclinación al potro y al garrote.Y dije sí quiero, sí quiero.De modo, papi, que por fin he terminado.El teléfono negro está desconectado de raíz,las voces no logran que críe lombrices.Si ya he matado a un hombre, que sean dos:el vampiro que dijo ser túy me estuvo bebiendo la sangre durante un año,siete años, si quieres saberlo.Ya puedes descansar, papi.Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,y a la gente del pueblo nunca le gustaste.Bailan y patalean encima de ti.Siempre supieron que eras tú.Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.“
„Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,King´s Road, la Avenue de Wagran, un senderoentre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven laves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en latercera dimensión y yéndose,y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salióporque quería llegar, y tienes miedo como siempre hastenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil yblanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el/manubrioy decir que también tú has salido, que también tú quieresllegar al sur,y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpioy no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo delvalle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o enla cárcel, mientras te aplauden en un escenario o unacátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chicayéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa alhombro, entonces es cierto, entonces hay gente que seva, que parte para llegar, y es como un azote de palomasque te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantasbicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de laciudad están abiertas todavía,y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur llevaa la muerte,allá, como la vio un poeta, vestida de almirante esperao vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel ogeneral esperasin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tamborespara anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reosni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a lamujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y noes Sing-Sing, no es la Santé,allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadiees culpable de la muerte, y la violenciaes una vacua acusación de subversivos contra la disciplinay la tranquilidad del reino,allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán queel rey marcha desnudo en los desfiles, los diarioshablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando sepueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sinmordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue/malolientemientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,mientras la civilización cristiana.Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estary preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una solalínea roja ante la noche, cuando en cada encrucijadahay múltiples opciones engañosas y ni siquiera unaesfinge para hacerte las preguntas rituales.¿Habrá llegado al sur?¿La alcanzarás un día?Nosotros, ¿llegaremos?(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado – )¿Llegaremos un día?Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entróen el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y callespero sur, esperanza de sur,sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablandocon gente como ella, mirarán a lo lejos por si otrasbicicletas apuntaran filosas?( – un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek – )¿Llegaremos un día?“