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Relacionado con: brazo
„Pero en esto yerran los jóvenes tan a menudo y tan gravemente. Ellos, en cuya naturaleza está el no tener paciencia, se arrojan y se entregan, unos en brazos de otros, cuando les sobrecoge el amor. Se prodigan y desparraman tal como son, aun sin desbrozar, con todo su desorden y su confusión… Mas ¿qué ha de suceder luego? Qué ha de hacer la vida con ese montón de afanes truncos, que ellos llaman su convivir, su unión, y que, de ser posible, desearían poder llamar su felicidad, y aún más: ¡su porvenir! Ahí se pierde cada cual a sí mismo por amor al otro. Pierde igualmente al otro, y a muchos más que aun habían de llegar. Pierde también un sin fin de horizontes y de posibilidades, trocando el flujo y reflujo de posibilidades de sutil presentimiento por un estéril desconcierto, del cual ya nada puede brotar.“
„Así y todo, ella llora en el porche y yo desearía acercarme y abrazarla. Desearía rescatarla y mecerla entre mis brazos.«¿Cómo puede la gente vivir así?»«¿Cómo consiguen sobrevivir?»Tal vez por eso estoy aquí.Porque ya no pueden.“
„¿Puedo quedarme, Ed?Me acerco.—Claro que puedes quedarte esta noche. —Pero menea la cabeza y sus ojos finalmente se centran.Da un paso al frente y alarga un brazo.—No quiero decir esta noche —aclara—. Quiero decir para siempre.“
„Cuando apareció, Darwin cometimos ese error. Lo recibimos con los brazos abiertos y también a Huxley y a Freud, deshaciéndonos en sonrisas. Después descubrimos que no era posible conciliar las teorías de Darwin con nuestras religiones, o por lo menos así pensamos. Fuimos unos estúpidos. Quisimos derribar a Darwin, Huxley y a Freud. pero eran inconmovibles. Y entonces, como unos idiotas, intentamos destruir la religión. »Lo conseguimos bastante bien. Perdimos nuestra fe y empezamos a preguntarnos para qué vivíamos. «Si el arte no era más que la derivación de un deseo frustrado, si la religión no era más que un engaño, ¿para qué la vida? La fe había explicado siempre todas las cosas. Luego todo se fue por el vertedero, junto con Freud y Darwin.“
„Y sólo deseo estar a tu lado, soñar con tus ojos, besarte los labios, sentirme en tus brazos que soy muy feliz.“
„Gente que no me molestaría que muriera, esta es mi lista: cincuentones llamados ‘Skip’, tipos que paguen gel vaginal con su tarjeta de crédito Exxon, un proxeneta que conduzca un Toyota Corolla, un ginecólogo que quiere que mi esposa se tome dos o tres tragos antes de su cita, tipos con un montón de pines [botones] en sus sombreros, alguien que mencione a Jesús más de 300 veces en una conversación de 2 minutos, un dentista con sangre en su pelo, cualquier mujer cuyo pasatiempo sea amamantar animales de zoológico, un dueño de funeraria que diga ‘espero verlos de nuevo muy pronto, amigos’, chicas que se emborrachan y vomitan su desayuno, un hombre con un solo labio, un líder Boy Scout que tenga una tienda de consoladores, cualquier abogado que se refiera a la policía como los ‘federales’, una monja bizca con un látigo y una botella de ginebra, un neurocirujano que tenga tatuadas en las manos las palabras ‘nacido para perder’, parejas que tengan hijos con nombres que comiencen todos con las mismas iniciales, un hombre con una bata de hospital dirigiendo el tráfico, una mesera con una visible infección en la mano con la que sirve, gente con encías grandes y dientes pequeños, tipos que se ponen la misma ropa interior hasta que comienza a cortarse la circulación a los pies, y un tipo que tenga tanto vello en sus brazos que le cubra el reloj, de acuerdo, ya ha sido suficiente de todo esto.“
„La revolución política, es decir, la expulsión de la dinastía y la restauración de las libertades públicas, ha resuelto un problema específico de importancia capital, ¡quien lo duda!, pero no ha hecho más que plantear y enunciar aquellos otros problemas que han de transformar el Estado y la sociedad españoles hasta la raíz. Estos problemas, a mi corto entender, son principalmente tres: el problema de las autonomías locales, el problema social en su forma más urgente y aguda, que es la reforma de la propiedad, y este que llaman problema religioso, y que es en rigor la implantación del laicismo del Estado con todas sus inevitables y rigurosas consecuencias. […]Cada una de estas cuestiones, Sres. Diputados, tiene una premisa inexcusable, imborrable en la conciencia pública, y al venir aquí, al tomar hechura y contextura parlamentaria, es cuando surge el problema político. Yo no me refiero a las dos primeras, me refiero a esto que llaman problema religioso. La premisa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español. Yo no puedo admitir, Sres. Diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino. Este es un problema político, de constitución del Estado, y es ahora precisamente cuando este problema pierde hasta las semejas de religión, de religiosidad, porque nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba sobre sí la curatela de las conciencias y daba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó. Se trata simplemente de organizar el Estado español con sujeción a las premisas que acabo de establecer.“
„¡Inés! Y como diez años antes, los sollozos redoblaron, y como entonces me respondió bajo sus brazos: —No, no…¡Es demasiado tarde!…“
„Dar, siempre dar, hasta que se nos caigan los brazos de cansancio.“
„La Lujuria y la Muerte son dos amables muchachas,pródigas en besos y ricas en salud,cuyo vientre siempre virgen y cubierto de harapospese al cultivo eterno, jamás fructificó.Al poeta siniestro, enemigo de las familias,favorito del infierno, cortesano de rentas escasas,tumbas y burdeles muestran bajo sus enramadasun lecho que nunca frecuentó el remordimiento.Y la caja de muerto y la alcoba fecundas en blasfemiaspor turno nos ofrecen, como dos buenas hermanas,terribles placeres y espantosas dulzuras.Lujuria de brazos inmundos, ¿cuándo quieres enterrarme?Y tú, Muerte, su rival en atractivos, ¿cuándo vendrása injertar en sus mirtos infectos tus oscuros cipreses?“
„La mujer, entre tanto, retorciéndoseigual que una serpiente en las brasas,y amasándose los pechos por encimade las ballenas del corsédejaba deslizar de su boca de fresaestas palabras impregnadas de almizcle:—«Tengo los labios húmedos y conozco la cienciade perder en una cama la antigua conciencia.Seco todas las lágrimas en mis pechos triunfantesy hago que los viejos se rían con risas infantiles.¡Para quien me ve desnuda y sin velos, sustituyoa la luna, al sol, al cielo y a las estrellas!Cuando aprisiono a un hombre en mis temidos brazos,o cuando abandono mi busto a los mordiscos,tímida y libertina, frágil y robusta,soy, mi querido sabio, tan experta en deleitesque sobre ese colchón que se desmaya de emoción,¡los ángeles importantes se condenarían por mí!»Cuando me hubo chupado toda la médula de los huesos,y me volví hacia ella con languidezpara darle un beso de amor, ¡no vi másque un odre de flancos viscosos, rebosante de pus!En mi helado terror, cerré los ojos,y cuando volví a abrirlos a la viva claridad,a mi lado, en lugar del fuerte maniquíque parecía haber hecho provisión de sangreentrechocaban en confusión unos restos de esqueleto,que producían un grito como el de una veletao el de un cartel que, en la punta de una vara de hierro,el viento balancea en las noches de invierno.“
„Su antepasado Sebastián d’Anconia había salido de España varios siglos atrás, en una época en que aquél era el país más poderoso del mundo, y aquel hombre era uno de sus personajes más orgullosos. Había tenido que marcharse cuando un alto funcionario de la Inquisición le había sugerido ciertos cambios en su manera de actuar durante una cena en la corte, y Sebastián d’Anconia le había arrojado un vaso de vino a la cara. Había logrado escapar, dejando atrás su fortuna, sus fincas, su palacio de mármol y la mujer a la que amaba, y había partido hacia un nuevo mundo. Su primera propiedad en la Argentina fue una cabaña de madera a los pies de los Andes. El sol resplandecía como un faro sobre el escudo de plata de los d’Anconia, clavado sobre la puerta, mientras Sebastián d’Anconia excavaba la tierra en busca de cobre en su primera mina. Pasó varios años, pico en mano, rompiendo rocas desde el amanecer hasta la puesta del sol, con ayuda de unos cuantos aventureros, desertores del ejército español, convictos fugados e indígenas hambrientos. Quince años después de haber salido de España, Sebastián d’Anconia mandó buscar a la mujer que amaba y que lo estaba esperando. Al llegar, ella encontró el escudo de plata sobre la entrada de un palacio de mármol, en medio de un inmenso jardín, y, más lejos, las montañas estriadas por las rojas vetas del metal. La tomó en sus brazos para cruzar el umbral y a ella le pareció más joven que cuando lo había visto por última vez.“
„No sentía nada, excepto un gran deseo de permanecer inmóvil. No tenía fuerzas para sentir ni para sufrir. Había quemado todo cuanto era posible quemar en su interior, había gastado demasiadas energías, iniciado demasiadas cosas, y ahora se preguntaba si alguien le prestaría la chispa que necesitaba. En este instante, en que se creía incapaz de volver a levantarse, se preguntó quién lo había encendido y mantenido en funcionamiento. Luego levantó la cabeza. Lentamente, realizando el mayor esfuerzo de su vida, obligó a su cuerpo a ponerse de pie, con sólo una mano apoyada en el escritorio y un brazo tembloroso sirviéndole de sostén. Nunca volvió a formularse semejantes preguntas.“
„Si viese usted a Atlas, el gigante que sostiene al mundo sobre sus hombros, si usted viese que él estuviese de pie, con la sangre latiendo en su pecho, con sus rodillas doblándose, con sus brazos temblando, pero todavía intentando mantener al mundo en lo alto con sus últimas fuerzas, y cuanto mayor sea su esfuerzo, mayor es el peso que el mundo carga sobre sus hombros, ¿qué le diría usted que hiciese? […] Que se rebele.“
„Un pollo con sólo media cabeza y sin alas, todo cubierto de m****a choca con mi bota y cuando extiendo el brazo para acariciarlo el bicho empieza a temblar bajo sus plumas. Suelta un cloqueo susurrante que parece el ronroneo de un gato. Es agradable ver algo más patético de lo que yo me siento ahora.“
„Contemplar es trabajar; pensar es hacer. Los brazos cruzados trabajan; las manos juntas hacen. La mirada que se dirige al cielo es una obra.“
„Fue en esos dos asientos pequeños, uno frente a otro, que siempre son los últimos que quedan libres en el tren. Iba a Nueva York a ver a mi hermana y a pasar la noche. Tom iba vestido de etiqueta, con zapatos de charol, y yo no podía quitarle los ojos de encima, pero, si él me miraba, fingía leer el anuncio que había más arriba de su cabeza. Cuando llegamos a la estación, lo sentí cerca, y la pechera blanca de su camisa me oprimía el brazo, así que le dije que iba a llamar a un policía, pero él sabía que no era verdad. Yo estaba tan excitada cuando me subí con él al taxi que apenas si me di cuenta de que no tomaba el metro. Lo único que pensaba, una y otra vez, era: «No vas a vivir eternamente; no vas a vivir eternamente».“
„Si no fuera por la niebla, veríamos tu casa, al otro lado de la bahía… -dijo Gatsby-. Siempre tienen una luz verde encendida al final del muelle…Impulsivamente, Daisy pasó su brazo por debajo del de Gatsby, pero el parecía absorto en lo que acababa de decir. Acaso se le había ocurrido que el colosal significado de aquella luz desaparecía para siempre. Comparado con la enorme distancia que lo había separado de Daisy, la luz le había parecido muy cercana a ella, casi rozándola; tan cerca como puede estarlo una estrella de la luna.“
„Me voy a los extremos todo el tiempo. A veces te maldigo tanto que hasta rezo para que te vaya mal. “Virgen Santísima, que le amputen un brazo a ese Hijo de la Chingada”. Y otras estoy rezando para que me llames y me saques de aquí y nos vayamos a cualquier pinche nowhere a volvernos una feliz pareja de nobodies. Pero el resto del tiempo trato de no pensar en nada. más que en mí.“
„En este reino o en una provincia de la Nueva España, yendo cierto español con sus perros a caza de venados o de conejos, un día, no hallando qué cazar, paresciole que tenían hambre los perros, y toma un muchacho chiquito a su madre e con un puñal córtale a tarazones los brazos y las piernas, dando a cada perro su parte; y después de comidos aquellos tarazones échales todo el corpecito en el suelo a todos juntos.“
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