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cadáver
Relacionado con: cadáver
„Aunque Franco, cuando la guerra, mandó respetar en los bombardeos el barrio de Salamanca (ya lo he dicho aquí seguramente), hay fachadas con viruela de proyectiles y solares donde los gatos se reproducen y los perros se comen los cadáveres recién descargados por la camioneta falangista (el Ejército mata legalmente, mediante expediente y resguardo). Todas las noches hay concilio de perros, con latín de gatos, esperando que llegue la camioneta con los fusilados.“
„Un hombre de mi intensidad espiritual no come cadáveres“
„Estados Unidos se ha convertido en un Estado de torturas sin la necesidad de una dictadura militar. Guantámano es el vaciadero de basura de la democracia y del estado de derecho de Estados Unidos. […] Las tropas especiales de Estados Unidos han tirado el cadáver de Osama al mar, porque no pueden hacer lo mismo con la revolución árabe -que se encargará de echar al mar al imperialismo.“
„«Debilidad o fuerza. No sabes a dónde vas ni por qué vas, entra en todas partes, responde a todo. Como si fueras un cadáver ya no te podrán matar.» A la mañana tenía una mirada tan extraviada y un aspecto tan muerto que aquellos que encontré quizá no me hayan visto.“
„¿Cuántos amigos tendrías si fueras de uno en uno, pidiéndoles que escondan un cadáver?“
„Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono.Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre.No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.“
„Sin la alegría de vivir, sin el ansia de vivir, no hay seres humanos. Quienes se ven privados de su dignidad y luchan por recuperarla, luchan en la misma medida por su derecho a reconquistar las ganas de vivir. Las personas que tratan de salir de un campo de concentración o de sociedades agrarias depauperadas e ir a los prósperos países de Europa, y cuyos cadáveres arriban a las playas de Lampedusa y de Sicilia, también pretendían recuperar la alegría de vivir.“
„La noche avanzaba, por lo que me di prisa, aunque en silencio. Lo primero fue descuartizar el cadáver. Le corte la cabeza, los brazos y las piernas.“
„La sucia España de toda la vida, enferma de sí misma; la del rencor y la envidia cobarde; la del por qué él y yo no; la que desprecia cuanto ignora y odia cuanto envidia; la que retorna pidiendo cerillas y haces de leña, exigiendo cunetas y paredones donde ajustar cuentas; la que sólo se calma cuando le meten dinero en el bolsillo o ve pasar el cadáver del vecino de quien codicia la casa, el coche, la mujer, la hacienda. Al observar el comedero de cerdos en que, con la complicidad ciudadana, nuestra infame clase política ha convertido treinta años de democracia bien establecida, se comprenden muchos momentos terribles de nuestra historia.(…)Si retrocediéramos en el tiempo y nos dieran un Máuser, un despacho de Gobernación, una toga de juez en juicio sumarísimo, llenaríamos de nuevo los cementerios.(…)El problema somos nosotros: la vieja, triste y ruin España.“
„Cambia mucho las cosas, en tal sentido, recorrer la Mancha con el Quijote en las manos, visitar Palermo habiendo leído El Gatopardo, pasear por Buenos Aires con Borges o Bioy Casares en el recuerdo, o caminar por Hisarlik sabiendo que allí hubo una ciudad llamada Troya, y que los zapatos del viajero llevan el mismo polvo por el que Aquiles arrastró el cadáver de Héctor atado a su carro.“
„Los muertos también mueren, el cadáver es algo transitorio.“
„Oigan, ¿adivinan què? ¡sigan leyendo! ¿Como están? Espero que estèn bien. ¡Yo no lo estoy! Como se puede afirmar sin duda dado el hecho de que estoy colgando del techo. Ustedes fueron los que me condujeron a hacer esto. Estaba bastante bien hasta que ustedes hijos de puta llegaron. Espero que sean felices ahora que estoy putamente muerto. Firmado, El Cadáver en el Cuarto, P. D. ¡jodanse!“
„Madre de los juegos latinos y los deleites griegos,Lesbos, donde los besos, lánguidos o gozosos,cálidos como soles, frescos como las sandías,son el adorno de noches y días gloriosos;madre de los juegos latinos y los deleites griegos.Lesbos, donde los besos son como cascadasque se arrojan sin miedo en las simas sin fondo,y fluyen, entrecortados de sollozos y risas,tormentosos y secretos, hormigueantes y profundos;¡Lesbos, donde los besos son como las cascadas!Lesbos, donde las Frinés se atraen entre sí,donde nunca un suspiro dejó de hallar un eco,las estrellas te admiran tanto como a Pafos,¡y Venus con razón puede envidiar a Safo!Lesbos, donde las Frinés se atraen entre sí,Lesbos, tierra de noches cálidas y lánguidas,que hacen que en sus espejos, ¡infecundo deleite!las niñas de ojos hundidos, enamoradas de sus cuerpos,acaricien los frutos ya maduros de su nubilidad;Lesbos, tierra de noches cálidas y lánguidas,deja al viejo Platón fruncir su ceño austero;obtienes tu perdón del exceso de besos,reina del dulce imperio, tierra noble y amable,y de refinamientos siempre sin agotar,deja al viejo Platón fruncir su ceño austero.Obtienes tu perdón del eterno martirio,infligido sin tregua a los corazones ambiciosos,que atrae lejos de nosotros la radiante sonrisa,¡vagamente entrevista al borde de otros cielos!¡Obtienes tu perdón del eterno martirio!¿Qué Dios se atreverá a ser tu juez, oh Lesbos?,y a condenar tu frente pálida por penosas labores,si sus balanzas de oro no han pesado el diluvio,de lágrimas que en el mar vertieron tus arroyos?¿Qué Dios se atreverá a ser tu juez, oh Lesbos?¿Qué quieren de nosotros las leyes de lo justo y lo injusto?Vírgenes de corazón sublime, honra del Archipiélago,vuestra religión es augusta como cualquiera,¡y el amor se reirá del Infierno y del Cielo!¿Qué quieren de nosotros las leyes de lo justo y lo injusto?Pues Lesbos me ha elegido en la tierra entre todos,para cantar el secreto de sus floridas vírgenes,y desde la infancia que inicié en el negro misterio,de las risas sin freno mezcladas con los llantos sombríos;pues Lesbos me ha elegido en la tierra entre todosy desde entonces velo en la cumbre del Léucato,igual que un centinela de mirada segura y penetrante,que vigila noche y día,, tartana o fragata,cuyas formas a lo lejos se agitan en el azul;y desde entonces velo en la cumbre del Léucato,para saber si el mar es indulgente y bueno,y si entre los sollozos que en la roca resuenan,un día llevará a Lesbos, que perdona,el cadáver adorado de Safo, que partió,¡para saber si el mar es indulgente y bueno!De Safo la viril, la amante y la poetisa,¡por su palidez triste más hermosa que Venus!—Al ojo azul venció el negro que mancillael tenebroso círculo trazado por las penas¡de Safo la viril, la amante y la poetisa!Presentándose al mundo más hermosa que Venusy vertiendo el tesoro de su serenidady el brillo de su rubia juventud,sobre el viejo Océano prendado de su hija;¡presentándose al mundo más hermosa que Venus!—De Safo, que murió el día de su blasfemia,cuando, insultando el rito y el culto establecido,convirtió su hermoso cuerpo en pasto supremode un bruto cuyo el orgullo castigó la impiedadde aquella que murió el día de su blasfemia,y desde entonces Lesbos lanza lamentaciones,y, pese a los honores que le tributa el mundo,cada noche le embriaga la voz de la tormenta,¡que elevan hacia el cielo sus orillas desiertas!¡y desde entonces Lesbos lanza lamentaciones!“
„si juran estar motivados por amor, y sin embargo no se disuaden ante las pilas de cadáveres humanos, es porque la verdad acerca de sus almas es peor que la obscena excusa que tú les has aceptado: la excusa de que el fin justifica los medios y que los horrores que practican son medios para fines más nobles. La verdad es que esos horrores son sus fines.“
„La terquedad que manifiestan en perpetuarse las instituciones envejecidas se parece a la obstinación del perfume rancio que quisiera embalsamar nuestros cabellos; a la pretensión del pescado podrido que quisiera ocupar un buen lugar en la mesa; a la persecución de las mantillas del niño que quisieran vestir al hombre; a la ternura de los cadáveres que volvieran para abrazar a los vivos. «¡Ingratos! —dicen las mantillas—. Os he protegido contra el mal tiempo. ¿Por qué no os servís de nosotras?» «Vengo del mar», dice el pescado. «He sido una rosa», dice el perfume. «Os he amado», dice el cadáver. «Os he civilizado», dice el convento. A todo esto no hay más que una respuesta: «Sí; en otros tiempos.“
„El río Ankh es, probablemente, el único río del universo en el que los investigadores pueden dibujar con tiza el contorno de un cadáver.“
„El Emperador tenía todos los requisitos para un cadáver excepto, por así decirlo, el más vital.“
„Es la hora en que brillan las luces de los burdeles y las cantinas. La casa de Caifás está llena de gente. Las luces del palacio de Somoza están prendidas. Es la hora en que se reúnen los Consejos de Guerra y los técnicos en torturas bajan a las prisiones. La hora de los policías secretos y de los espías, cuando los ladrones y los adúlteros rondan las casas y se ocultan los cadáveres. Un bulto cae al agua.“
„Esos vivos no eran más que proyectos de cadáveres.“
„Yo no conocía mi país, mi ciudad; nunca había ido ni a Tepito. No sabía cómo era. Ni a la gente la conocía. Creo que tampoco conocía a mis hijos, a mis sobrinos. Los imaginaba siempre en discotheques, nunca los visualicé con un casco, un paliacate, disciplinándose, olvidados de si mismos. Mucho menos, cargando cadáveres.“
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