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Relacionado con: campana
„¿Qué hay que conocer? ¿Qué hay que dar? Somos los abandonados de Dios. Y delante de mí no se extiende ninguna Senda del Diablo, ni suena en mis oídos ninguna campana del infierno.“
„¿Campana le suena?“
„Qué es una campaña política sino un esfuerzo concentrado para quitar a un grupo de políticos que son malos, y poner a otros que se cree que son mejores. La primer conclusión, creo que siempre es atinada; la segunda, es ciertamente falsa. Porque, si la experiencia nos enseña algo, es esto: que un buen político, en la democracia, es tan impensable como un ladrón honesto.“
„Podría haber y, a mi juicio, debería haber leyes que impidieran a los candidatos, no solamente gastar más que determinada cantidad en sus campañas electorales, sino también recurrir a esa especie de propaganda antirracional que convierte en disparate todo el procedimiento democrático.“
„Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras la batalla.“
„Entre el día y el sueño estoy en casadonde duermen los niños, tibios de correríasy los viejos se sientan por la tarde,y arden hogares y su espacio alumbran.Entre el día y el sueño estoy en casadonde suenan campanas de oracióny muchachas, cohibidas por ecos que se extinguen,se apoyan fatigadas en el brocal del pozo.Y hay un tilo, que es mi árbol predilecto:y todos los veranos que en él callanse vuelven a mover en las mil ramasy entre el día y el sueño vuelven a despertar.“
„Este hombre es un peligro para México!» Refiriéndose a Serrat, haciendo mofa de los spots en contra de López Obrador en las campañas por la presidencia de México de 2006.“
„En lo alto, el tramo hueco de nube blanquecina que cerraba el cielo era como una tienda de campaña que tenía todo el páramo para su piso.“
„Para la persona encerrada en la campana de cristal, vacía y detenida como un bebé muerto, el mundo mismo es la pesadilla.“
„Sabía que debía estarle agradecida a la señora Guinea, sólo que no podía sentir nada. Si la señora Guinea me hubiera dado un pasaje a Europa, o un viaje alrededor del mundo, no hubiera habido la menor diferencia para mí, porque donde quiera que estuviera sentada -en la cubierta de un barco o en la terraza de un café en París o en Bangkok- estaría sentada bajo la misma campana de cristal, agitándome en mi propio aire viciado.“
„Una campaña de publicidad: ¿había acaso trabajo más útil y más fútil, más ligero y pesado, más hábil y pendejo, todo en un mismo producto?“
„Por el aire se dilata alegre campanilleo… Son las campanas de plata del trineo…“
„Es alarmante y nauseabundo ver cómo el Sr. Gandhi, un abogado sedicioso de M. T., haciéndose ahora el fakir, de esos tan conocidos en Oriente, trepa semidesnudo las escalinatas del palacio virreinal mientras sigue organizando y dirigiendo una campaña de desobediencia civil, para parlamentar de igual a igual con el representante del rey emperador.“
„Realicemos nuestro día con el mismo propósito que anima a la Naturaleza, y no nos dejemos apartar del camino por cascara alguna o por ala de mosquito que puedan caer en él. Levantémonos temprano, ayunemos o desayunémonos pausadamente y sin perturbaciones; que venga y vaya la compañía, que tañan las campanas o lloren los niños; sigamos, determinados a hacer de ello un día. ¿Por qué habríamos de someternos e ir con la corriente? No nos sintamos perturbados y vencidos en ese terrible rápido arremolinado que llamamos almuerzo, sito en los bajíos del mediodía. Sortead este peligro, y estaréis a salvo para el resto de la jornada, que discurrirá luego cuesta abajo. Con nervios templados y vigor matinal, dejadlo atrás, y como Ulises atado al mástil, poned la mirada en otra parte. Si silba el motor, que lo haga hasta enronquecer de insistencia. Si tañe la campana ¿por qué hemos de apresurarnos? Consideremos qué música nos ofrecen. Resolvámonos a hacer nuestro camino, llevando adelante nuestros pasos a través del barro y lodo de la opinión, prejuicios, tradición, engaño y apariencias que, cual tierra de aluvión, cubren el globo entero desde París a Londres, Nueva York, Bostón y Concord, a través de Iglesia y Estado, a través de la poesía, la filosofía y la religión, hasta que alcancemos un suelo duro y rocoso, al que podemos llamar realidad, y digamos: «Héla aquí, no hay duda». Y entonces, comencemos, contando con un point d’appui, bajo crecidas, heladas o fuego; un lugar donde se pueda encontrar un muro o una propiedad, donde se pueda erigir sin problemas un farol, o acaso un medidor, no un Nilómetro sino un Realímetro, para que las generaciones futuras sepan qué caudal llegaban a alcanzar de vez en cuando las riadas de engaños y apariencias. Si os enfrentáis cara a cara con un hecho, veréis brillar el sol en sus dos facetas, como si fuera una cimitarra, y sentiréis su suave filo, que os divide por el corazón y la médula, concluyendo así vuestra carrera mortal. Trátese de vida o muerte, nosotros ansiamos sólo la realidad. Si en verdad morimos, que oigamos el estertor en nuestras gargantas y sintamos el frío de nuestras extremidades; si estamos vivos, vayamos a lo nuestro. El tiempo no es sino el río donde voy a pescar. Bebo en él, y mientras lo hago, veo su lecho arenoso y descubro cuán cerca se encuentra de mí. Su fina corriente discurre incansable, pero la eternidad permanece. Yo quisiera beber de más hondo; y pescar en el cielo, cuyo cauce está tachonado de estrellas. No puedo contarlas. Ignoro la primera letra del alfabeto. Siempre he lamentado no ser tan sabio como el día en que nací. La inteligencia es un hendedor; discierne y saja su camino en el secreto de las cosas. No deseo ocupar mis manos más de lo necesario. Mi cabeza es manos y pies. Siento concentradas en ella mis mejores facultades. Mi instinto me dice que aquélla es un órgano excavador, como los hocicos y garras de algunos animales, y con ella minaría y horadaría yo mi camino a través de estas colinas. En algún lugar de estos alrededores se encuentra, creo, la vena más rica; me lo dicen mi varita mágica y los mágicos vapores que ascienden serpenteando. Aquí comenzaré a minar.“
„Los socialistas deben romper decidida y definitivamente con todas las ideas y teorías pequeñoburguesas: he aquí la principal enseñanza útil que se debe extraer de esta campaña.“
„En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para «consolar» y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola.“
„Suena la campana, señal inequivoca de que empiezan las hostilidades“
„Arriba en el cielo, las golondrinas trazaban lazos, volaban haciendo curvas y quiebros, se precipitaban de un lado a otro, giraban y giraban, pero siempre con perfecto dominio, como si estuvieran sostenidas por elásticos; y las moscas que subían y bajaban, el sol tocando ahora una hoja, otra después, burlón, deslumbrándola con oro suave en un gesto de buen humor; y de vez en cuando una campana (pudiera ser la bocina de un coche), resonando divinamente en las briznas de hierba… Todo esto, aun siendo tranquilo y razonable, aun estando constituido por cosas ordinarias, era ahora la verdad; la belleza, eso era la verdad. La belleza estaba en todas partes.“
„Solamente la Iglesia católica salió decididamente al paso a la campaña de Hitler por suprimir la verdad.“
„Siendo un amante de la libertad, cuando llegó la revolución a Alemania miré con confianza a las universidades sabiendo que siempre se habían vanagloriado de su devoción por la causa de la verdad. Pero las universidades fueron acalladas. Entonces miré a los grandes editores de periódicos, que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades, fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Sólo la Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés personal en la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque sólo la Iglesia ha tenido la valentía y la obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Debo confesar que lo que antes despreciaba ahora lo alabo incondicionalmente.“
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