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celeste
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„Aquí abajo, no podemos fiamos de nadie; los mortales no acarician nunca con dicha sincera;incluso del olor de la flor brota un algo amargo;y los corazones agitados sólo gozan de alegrías tristes;nunca la alegría reconforta sin nubes y una lágrima luce en la risa que duda.¿Acaso tu frente pura tiene que ajarse en esta vida amarga, las preocupaciones turbar los llantos de tus ojos color cielo y la sombra del ciprés dispersar las rosas de tu cara?¡No ocurrirá! te llevaré conmigo a las tierras celestes,para que unas tu voz al concierto de los habitantes del cielo.Velarás por los hombres que se han quedado aquí abajo.¡Vamos! Una Divinidad rompe los lazos que te atan a la vida.“
„De mis ancestros conservo los ojos celestes, el cerebro estrecho y la imprudencia de la lucha.“
„Todos están de acuerdo en que los primeros que entre los griegos filosofaron sobre las cosas celestes y divinas, como Ferécides de Siro, Pitágoras y Tales, fueron discípulos de los egipcios y caldeos.“
„El obispo pasa a argüir que ‘el universo ha sido hecho y está gobernado por un propósito inteligente’ y que sería una falta de inteligencia el haber hecho al hombre para que pereciera.Hay muchas respuestas a este argumento. En primer lugar, se ha hallado, en la investigación científica de la Naturaleza, que la intrusión de valores estéticos o morales, ha sido siempre un obstáculo para el descubrimiento. Solía pensarse que los cuerpos celestes tenían que moverse en círculos, porque el círculo es la curva más perfecta; que las especies tenían que ser inmutables, porque Dios sólo creaba lo perfecto y, por lo tanto, no había necesidad de mejora; que no debían combatirse las epidemias como no fuera mediante el arrepentimiento, porque eran un castigo del pecado, etc. La naturaleza es indiferente a nuestros valores, y sólo puede ser entendida ignorando nuestros conceptos del bien y del mal. El universo puede tener un fin, pero nada de lo que nosotros sabemos sugiere que, de ser así, ese propósito tiene alguna semejanza con los nuestros.“
„Paraíso de la tierraCuyos mágicos jardinesCon sus manos de jazminesCultivó celeste hurí,La salud en tí se encierraEn tí mora la alegríaEn tus sierras nace el diaY arde el sol de amor por tí.“
„A ese sabio no le sorprendía sobremanera que seres tan miserables, simples juguetes de las fuerzas naturales, se encontrasen tan a menudo envueltos en situaciones tan absurdas como terribles; pero para desgracia suya, solía creer que los revolucionarios eran todavía más necios que el resto de los hombres, y eso era ya puro prejuicio ideológico. Por lo demás, no era nada pesimista, y no consideraba que la vida fuese tan nefasta. Admiraba, entre otras cosas que la naturaleza tiene, la mecánica celeste y el amor físico, acomodándose perfectamente al insidioso trabajo cotidiano mientras llegaba ese día que nos liberaría del deseo y del miedo que impera en todo ser viviente.“
„Durante siglos la batalla de la moralidad fue librada entre quienes proclamaban que la vida pertenece a Dios y quienes decían que pertenece al prójimo, entre quienes predicaban que la bondad es el autosacrificio en favor de unos fantasmas celestes y quienes predicaban que el bien es el auto-sacrificio en favor de los incompetentes de la tierra. Pero nadie vino a decir que vuestra vida os pertenece y que el bien reside en vivirla.“
„¿Cuándo llegaría el momento soberano en que alumbraría una celeste mirada el fondo de mi ser, y aquel en que se rasgaría el velo del enigma atrayente?“
„:: Plural ha sido la celeste historia de mi corazón…“
„Lo vi haciendo planes, lo vi bebiendo apoyado en la ventana, lo vi recibiendo a Cesárea Tinajero que venía con una carta de recomendación de Manuel, lo vi leyendo un librito de Tablada, tal vez aquel en donde José Juan dice: «bajo el celeste pavor/ delira por la unica estrella/ el cántico del ruiseñor». Que es como decir, muchachos, les dije, que veía los esfuerzos y los sueños, todos confundidos en un mismo fracaso y ese fracaso se llamaba alegría. – R. Bolaño“
„No quiero yo alas ni alones, ni andar entre ángeles sosos que tocan el arpa. Déjenme a mí de arpas y acordeones y de fulgores celestes. Venga mi vida mortal, y salud y amor, y todo lo que deseo.“
„Los pájaros se entierran en pleno cielo. Incluso la más elegante de las nubes está repleta de sus cuerpecitos yertos.Se dice que de cada 10.189 gotas de lluvia, 1 sería la lágrima de un pájaro y que de cada 16.474 copos de nieve, 1 el fantasma de un pájaro descolgado de la placenta celeste.“
„Por qué dice usted en la «Oda a Federico» que por él «pintan de azul los hospitales»? —Mire, compañero —le respondí—, hacerle preguntas de ese tipo a un poeta es como preguntarle la edad a las mujeres. La poesía no es una materia estática, sino una corriente fluida que muchas veces se escapa de las manos del propio creador. Su materia prima está hecha de elementos que son y al mismo tiempo no son, de cosas existentes e inexistentes. De todos modos, trataré de responderle con sinceridad. Para mí el color azul es el más bello de los colores. Tiene la implicación del espacio humano, como la bóveda celeste, hacia la libertad y la alegría. La presencia de Fe derico, su magia personal, imponían una atmósfera de júbilo a su alrededor. Mi verso probablemente quiere decir que incluso los hospitales, incluso la tristeza de los hospitales, podían transformarse bajo el hechizo de su influencia y verse convertidos de pronto en bellos edificios azules.“
„Allí en Rangoon comprendí que los dioseseran tan enemigos como Diosdel pobre ser humano.Diosesde alabastro tendidoscomo ballenas blancas,dioses dorados como las espigas,dioses serpientes enroscadosal crimen de nacer,budhas desnudos y elegantessonriendo en el coktailde la vacía eternidadcomo Cristo en su cruz horrible,todos dispuestos a todo,a imponernos su cielo,todos con llagas o pistolapara comprar piedad o quemarnos la sangre,dioses feroces del hombrepara esconder la cobardía,y allí todo era así,toda la tierra olía a cielo,a mercadería celeste.“
„Desde entonces manifestaba el párroco los primeros síntomas del delirio senil que lo llevó a decir, años más tarde, que probablemente el diablo había ganado la rebelión contra Dios, y que era aquél quien estaba sentado en el trono celeste, sin revelar su verdadera identidad para atrapar a los incautos.“
„El árbol decidió viajar.Cuando logró desprenderse de la tierra,se dio cuenta de que sus ramas eran raíces celestes.“
„Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,King´s Road, la Avenue de Wagran, un senderoentre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven laves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en latercera dimensión y yéndose,y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salióporque quería llegar, y tienes miedo como siempre hastenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil yblanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el/manubrioy decir que también tú has salido, que también tú quieresllegar al sur,y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpioy no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo delvalle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o enla cárcel, mientras te aplauden en un escenario o unacátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chicayéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa alhombro, entonces es cierto, entonces hay gente que seva, que parte para llegar, y es como un azote de palomasque te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantasbicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de laciudad están abiertas todavía,y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur llevaa la muerte,allá, como la vio un poeta, vestida de almirante esperao vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel ogeneral esperasin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tamborespara anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reosni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a lamujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y noes Sing-Sing, no es la Santé,allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadiees culpable de la muerte, y la violenciaes una vacua acusación de subversivos contra la disciplinay la tranquilidad del reino,allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán queel rey marcha desnudo en los desfiles, los diarioshablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando sepueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sinmordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue/malolientemientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,mientras la civilización cristiana.Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estary preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una solalínea roja ante la noche, cuando en cada encrucijadahay múltiples opciones engañosas y ni siquiera unaesfinge para hacerte las preguntas rituales.¿Habrá llegado al sur?¿La alcanzarás un día?Nosotros, ¿llegaremos?(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado – )¿Llegaremos un día?Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entróen el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y callespero sur, esperanza de sur,sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablandocon gente como ella, mirarán a lo lejos por si otrasbicicletas apuntaran filosas?( – un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek – )¿Llegaremos un día?“
„¿Qué asignaturas has elegido? —me preguntó Manet mientras Wil y él cerraban el trato con un apretón de manos.La pregunta me pilló desprevenido.—Todas, supongo.—Hablas como yo hace treinta años —dijo Manet riendo—. ¿Por dónde vas a empezar?—Por los Chandrian —contesté—. Quiero saber todo lo que pueda sobre los Chandrian.Manet frunció el ceño, y luego soltó una carcajada.—Bueno, supongo que no debería extrañarme. Sim estudia a las hadas y a los duendes. Wil cree en todo tipo de absurdos espíritus celestes ceáldicos. —Infló el pecho—. A mí me encantan los diablillos y los engendros.Noté que me ruborizaba de vergüenza.—Por el cuerpo de Dios, Manet —le cortó Sim—. ¿Se puede saber qué mosca te ha picado?—Acabo de apostar dos iotas por un chico que quiere estudiar cuentos infantiles —refunfuñó Manet apuntándome con el tenedor.“
„Con frecuencia pedimos al cielo recursos que residen en nosotros mismos. El destino celeste nos deja libres en nuestras acciones y no retarda nuestros designios, sino cuando somos lentos en ejecutarlos.“
„Así acontece frecuentemente a los hombres. Cualquier defecto natural en ellos, sea el de su nacimiento, del cual no son culpables (puesto que nadie puede escoger su origen), sea cualquier desorden ocurrido en su temperamento, que muchas veces rompe los límites y reparos de la razón, o sea cualquier hábito que se aparte demasiado de las costumbres recibidas llevando a estos hombres consigo el signo de un solo defecto que imprimió en ellos la naturaleza o el acaso, aunque sus virtudes fuesen tantas cuantas es concedido a un mortal, y tan puras como la bondad celeste; serán no obstante amancilladas en el concepto público, por aquel único vicio que las compaña. Un solo adarme de mezcla quita el valor al más precioso metal y le envilece.“