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„Yo sé cómo le brillaban antes los ojos como si fueran charcos alumbrados por la luna. Pero de pronto se destiñeron, se le borro la mirada como si la hubieran revolcado en la tierra.“
„Pero ya duerme sin fin.Ya los musgos y la hierbaabren con dedos segurosla flor de su calavera.Y su sangre ya viene cantando:cantando por marismas y praderas,resbalando por cuernos ateridos,vacilando sin alma por la niebla,tropezando con miles de pezuñascomo una larga, oscura, triste lengua,para formar un charco de agoníajunto al Guadalquivir de las estrellas.¡Oh blanco muro de España!¡Oh negro toro de pena!¡Oh sangre dura de Ignacio!¡Oh ruiseñor de sus venas!“
„Otra cosa es que, por mucho que creas que quieres a alguien, te echas atrás cuando el charco de su sangre se acerca demasiado.“
„Olía las curvas del río tras el crepúsculo y vi la última luz supina y serena sobre los charcos dejados por la marea como trozos de un espejo roto, después, tras ellos comenzaban las luces sobre el aire pálido, temblando un poco como mariposas que revoloteasen en la distancia.“
„Y el viaje de un vago Oriente por entrevistos barcos, y el grano de oraciones que floreció en blasfemia, y los azoramientos del cisne entre los charcos, y el falso azul nocturno de inquerida bohemia.“
„La literatura es un vasto bosque y las obras maestras son los lagos, los árboles inmensos o extrañísimos, las elocuentes flores preciosas o las escondidas grutas, pero un bosque también está compuesto por árboles comunes y corrientes, por yerbazales, por charcos, por plantas parásitas, por hongos y por florecillas silvestres.“
„El pato es feliz en su sucio charco porque no conoce el mar.“
„Ahí está el charco, dijo Rhoda, y no puedo cruzarlo. Oigo el crugir de la gran muela, a una pulgada de la cabeza. Su viento ruge en mi rostro. Todas las formas de vida palpable me han defraudado. Si no alargo la mano y toco algo duro, el viento me llevará a lo largo de los eternos corredores, para siempre ¿Y qué puedo tocar? Que ladrillo que piedra, para así cruzar el enorme vacío y penetrar en la seguridad de mi cuerpo?“
„Voy mirándome en los charcos yo no necesito espejos. Se que soy mucho más guapo cuando no me siento feo.“
„El último chiste de Van Daan: A raíz de la clase de religión y de la historia de Adán y Eva, un niño de trece años le pregunta a su padre: —Papá, ¿me podrías decir cómo nací? —Pues… —le contesta el padre—. La cigüeña te cogió de un charco grande, te dejó en la cama de mamá y le dio un picotazo en la pierna que la hizo sangrar, y tuvo que guardar cama una semana. Para enterarse de más detalles, el niño fue a preguntarle lo mismo a su madre: —Mamá, ¿me podrías decir cómo naciste tú y cómo nací yo? La madre le contó exactamente la misma historia, tras lo cual el niño, para saberlo todo con pelos y señales, acudió igualmente al abuelo: —Abuelo, ¿me podrías decir cómo naciste tú y cómo nació tu hija? Y por tercera vez consecutiva, oyó la misma historia. Por la noche escribió en su diario: «Después de haber recabado informes muy precisos, cabe concluir que en nuestra familia no ha habido relaciones sexuales durante tres generaciones».“
„El pato es feliz en su sucio charco porque no conoce el mar.“
„Lo absoluto —decía la Maga, pateando una piedrita de charco en charco—. ¿Qué es un absoluto, Horacio? —Mirá —dijo Oliveira—, viene a ser ese momento en que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido, y deja por completo de ser interesante.“
„En su vida, nada había podido contaminar el pozo loco de sus sueños: ni la bebida, ni las drogas, ni el dolor. Escapó hacia ese pozo como un animal sediento que encuentra un charco al atardecer y bebió de él, lo que significa que encontró un agujero en el papel y se lanzó a su interior, agradecido“
„Salid a pasear un día de principios de invierno, después del primer frío de la temporada. Buscad una charca con una fina película de hielo en la superficie, todavía limpia, intacta y transparente como el cristal. Cerca de la orilla, el hielo aguantará vuestro peso. Deslizaos un poco por él. Más allá. Al final encontraréis el sitio donde la superficie soporta vuestro peso de milagro. Entonces sentiréis lo que sentí yo. El hielo se rompe bajo vuestros pies. Mirad hacia abajo y veréis las blancas grietas recorriendo el hielo como alocadas, complicadas telarañas. No se oye nada, pero notáis la vibración a través de las plantas de los pies. Eso fue lo que pasó cuando Denna me sonrió.“