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Relacionado con: contento
„Estar contentos con lo que poseemos es la más segura y mejor de las riquezas.“
„Señores, no estén tan contentos con la derrota [de Hitler]. Porque aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al Bastardo, la Puta que lo parió está caliente de nuevo“
„Puede afirmarse, sin caer en el infundio, que esta ilustre manga de atorrantes jamás consiguió entender el sentido de los Carnavales. Manuel Mandeb pensaba que las gentes se ponían contentas en virtud de algún suceso que todos conocían, menos él. Sus amigos padecían un desconcierto de la misma clase.“
„A veces en desgracia ante el oro y los hombres,lloro mi soledad y mi triste abandonoy turbo el sordo cielo con mi estéril lamento,y viéndome a mí mismo, maldigo mi destino.Envidio al semejante más rico de esperanzasy sus bellas facciones y sus buenos amigos.envidio a éste el talento y al otro su podery con lo que más gozo no me siento contento.Ante estos pensamientos yo mismo me desprecio.Felizmente, te evoco y entonces mi natura,como la alondra al alba, cantando toma alturapara entonar sus himnos a las puertas del Cielo.Me da sólo evocarte, dulce amor, tal riqueza,que entonces ya no cambio mi estado por un Reino.“
„¿Sabe, señor Hoshino? Últimamente, Nakata tiene a menudo un sueño. En el sueño, Nakata sabe leer. No sabe qué ha pasado, pero ya puede leer. Y tampoco es tan tonto. Nakata está muy, muy contento, va a la biblioteca y lee muchos libros. Piensa en lo maravilloso que es poder leer. Y devora un libro y otro libro. Sin embargo, de repente, la luz se apaga de golpe y la habitación queda a oscuras. Alguien ha apagado la luz. No se ve nada. Ya no puedo leer más. En ese punto despierto. Aunque sólo sea un buen sueño, saber leer es algo fabuloso.“
„… se contenta con recibir estímulos y, por así decirlo, jugar un juego de tanteo sobre el dorso de las cosas.“
„Porque lo necesario es que el hombre llegue a estar contento de sí mismo, independientemente de que ello lo consiga con este o con aquel tipo de arte o poesía.“
„Mátenme al alba. Con cuchillos [ilegible] y con cuchillas oxidadas. Estaré en cuclillas esperando. Salva tu amor. No lo salves. Desafección y mierda violenta que aprendió a expresarse en nuestros días mediante fórmulas atroces como «hacer el amor» y «asumir la responsabilidad» y «negar el pasado» y «el hombre es lo que se hace». No hay más que la memoria, maravilla sin igual, horror sin semejanza. Hace mucho que me entregué a las sombras. Y no me contenta mi destino sombrío, mi destino asombrado. Me han asolado, me han agostado. Libérame de ti pues te amo y no estás. No me hables. No te apostes en mis rincones preferidos. Estás aquí. Me deliras. Me cortas las cintas de colores que me aliaban a las niñas que fui. Me abandonas loca furiosa, comiendo sombras furiosamente, girando convulsa con las manos espantadas, revolcándome en tu huida hasta los atroces orgasmos y gritos de bestia asesinada. Pero te amo. A ti te asumo, ante ti sin pasado ni relojes ni sonidos. Sucia y susurrante, leve, ingrávida, llena de sangre y de sustancias sexuales, húmeda, mojada, reventando de calor, de sangre que pide. Me dañas la columna vertebral, tantos días despeñada sobre tu cuerpo imaginado. Me dañas la cabeza que di contra las paredes porque no sabía qué hacer salvo esto: que debía golpearme y castigarme ya que tú no venías. Con tu sonrisa de paraíso exactamente situado en el tiempo y en el espacio. Con tus ojos que sonríen antes que tus labios. En tus ojos encuentro mi persona súbitamente reconstruida. En tus ojos se acumulan mis fragmentos que se unen apenas me miras. En tus ojos vivo una vida de aire puro, de respiración fiel. En tus ojos no necesito del conocimiento, no necesito del lenguaje. En tus ojos me siento y sonrío y hay una niña azul en el jardín de un castillo. Ahora que no estás me atrae la caída, la mierda, lo abyecto, lo denigrante. Salgo a la calle y siento la suciedad, la ruina. Entro en los bares más siniestros y tomo un vino como sangre coagulada, como menstruación, y me rodean brujas negras, perros sarnosos, viejos mutilados y jóvenes putos de ambos sexos. Yo bebo y me miro en el espejo lleno de mierda de moscas. Después no me veo más. Después hablo en no sé cuál idioma. Hablo con estos desechos que no me echan, ellos me aceptan, me incorporan, me reconocen. Recito poemas. Discuto cuestiones inverosímiles. Acaricio a los perros y me chupo las manos. Sonrío a los mutilados. Me dejo tocar, palpar, manos en mi cuerpo adolescente que tanto te gustaba por ser ceñido y firme y suave. («La lisura de tu vientre, tus caderas de efebo solar, tu cintura hecha a la medida de mis manos cerrándose, tus pechos de niña salvaje que los deja desnudos aun cuando llueve, tu sexo y tus gritos rítmicos, que deshacían la ciudad y me llevaban a una selva musical en donde todo confabulaba para que los cuerpos se reconozcan y se amen con sonidos de leves tambores incesantes. Esas noches en que hacíamos el amor debajo de las grandes palabras que perdían su sentido, porque no había más que nuestros cuerpos rítmicos y esenciales… Y ahora llueve y tengo náuseas y vomito casi todo el día y siempre que hay un olor espantoso en la calle, un olor a paquete olvidado, a muerto olvidado. Y tengo miedo. Eso quería decir: que no estás y tengo miedo.»)“
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