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„Del mismo modo que los médicos siempre tienen a mano los instrumentos de hierro para las curas de urgencia, así también conserva tú a punto los principios fundamentales para conocer las cosas divinas y las humanas y así llevarlo a cabo todo, incluso lo más insignificante, recordando la trabazón íntima y mutua de unas cosas con otras. Pues no llevarás a feliz término ninguna cosa humana sin relacionarla al mismo tiempo con las divinas, ni tampoco al revés.“
„Del mismo modo que los médicos siempre tienen a mano los instrumentos de hierro para las curas de urgencia, así también conserva tú a punto los principios fundamentales para conocer las cosas divinas y las humanas y así llevarlo a cabo todo, incluso lo más insignificante, recordando la trabazón íntima y mutua de unas cosas con otras. Pues no llevarás a feliz término ninguna cosa humana sin relacionarla al mismo tiempo con las divinas, ni tampoco al revés.“
„Nunca juzgues útil para ti mismo lo que tal vez te obligue algún día a quebrantar la palabra dada, a renunciar al pudor, a odiar; recelar, imprecar, disimular, desear lo que sólo puede hacerse a puertas cerradas y tras las cortinas. El hombre que a todo antepusiere su inteligencia, su genio interior y los misterios del culto debido a la gloria de éste, ese hombre no representará una tragedia, no se entregará al llanto, prescindirá de la soledad como de la muchedumbre; y, lo que es más, vivirá sin aprestarse y sin huir de la muerte. No se inquietará por gozar, durante un intervalo más o menos largo de tiempo, de este soplo que rodea su cuerpo. Que, aunque conviniere desprenderse de él al mismo punto, marchará tan ágilmente como haría en cualquiera otra de las funciones de la vida, moderada y decorosamente. La sola cosa que procura durante toda su vida es preservar su inteligencia de una deformación contraria a la naturaleza de un ser inteligente y sociable.“
„En ningún lugar encuentra el hombre refugio más apacible, más tranquilo, que en su propia alma, sobre todo cuando atesora aquellos bienes que, con una sola ojeada, nos devuelven en seguida la libertad del espíritu: y lo que yo llamo libertad de espíritu no es otra cosa que el estado de un alma bien ordenada. Concédete, pues, constantemente, este descanso y rehazte con él. Tendrás para ello ciertas máximas breves y elementales que, prontamente reducidas a la memoria, te borrarán toda pesadumbre y te restituirán libre de enfado, a tus funciones habituales. Porque, ¿qué cosa no puedes soportar con paciencia? ¿La ruindad de los hombres? Recuerda a este respecto que los seres razonables nacieron el uno para el otro, que de justicia deben sufrirse mutuamente, que sus faltas son involuntarias; piensa en los que, heridos de muerte, dados a la enemistad, al odio, traspasados por la lanza, están tendidos en la tumba, reducidos a cenizas. ¡Cálmate, pues!“
„El tiempo de la vida humana es un punto: la sustancia, fluente; la sensación, oscurecida; toda la constitución del cuerpo, corruptible; en resumen, todas las cosas propias del cuerpo son a manera de un río; las del alma, sueño y vaho; la vida, una lucha, un destierro; la fama de la posteridad, olvido. Qué hay, pues, que nos pueda llevar a salvamento? Una sola y única cosa: la filosofía. Y ésta consiste en conservar el dios interior sin ultraje ni daño, para que triunfe de placeres y de dolores, para que no obre al acaso, y se mantenga lejos de toda falsedad y disimulo, al margen de que se haga o no se haga esto o aquello; además, para que acepte la parte que le tocare en los varios sucesos accidentales e integrales de su parte, como procedentes de aquel origen de quien procede él mismo; y, en particular, para que aguarde la muerte en actitud plácida, no viendo en ella otra cosa más que la disolución de los elementos de que consta todo ser viviente. Si no hay nada temible para los mismos elementos en esta transformación incesante de uno en otro, por qué temer la transformación y disolución de todas las otras cosas? Esto es conforme con la naturaleza: y nada es malo cuanto de ella se acomoda.“
„Pero si se hace evidente que no existe nada mejor que el propio espíritu divino que se asienta en ti, que tiene subordinados a su control tus impulsos particulares, que analiza tus representaciones, que se ha apartado de las emociones sensoriales, como decía Sócrates[215], que se ha subordinado a los dioses y que se preocupa de los hombres, si descubres que todo lo demás es menor y de inferior valor que eso, no cedas terreno a ninguna otra cosa, porque si te postras y te inclinas una vez, no podrás ya tranquilamente rendir honor preferente a ese bien que te es particular. No“
„Afánate fijamente, a cada hora, como romano y como varón, en hacer lo que tuvieres entre manos, con precisa y sincera gravedad, con amor, libertad y justicia, procurando desasirte de cualquier otra preocupación. Lo conseguirás si ejecutas cada acción de tu vida como si fuere la última, despojada de toda irreflexión y de toda apasionada repugnancia al señorío de la razón, sin falsedad, ni egoísmo, ni displicencia ante las disposiciones del destino. Ya ves cuán pocos son los principios que debes poseer para vivir una vida próspera y temerosa de los dioses. Que los dioses no exigirán otra cosa a quien observare estos preceptos.“
„No te aficiones más que a lo que te acontezca y a lo que forme la trama de la vida. ¿Pues qué otra cosa podrá serte más oportuna?“
„¿Qué hay, pues, que nos pueda llevar a salvamento? Una sola y única cosa: la filosofía. Y ésta consiste en conservar el dios interior sin ultraje ni daño, para que triunfe de placeres y dolores, para que no obre al acaso, y se mantenga lejos de toda falsedad y disimulo, al margen de que se haga o no se haga esto o aquello; además, para que acepte la parte que le tocare en los varios sucesos accidentales e integrantes de su parte, como procedentes de aquel origen de quien procede él mismo; y, en particular, para que aguarde la muerte en actitud plácida, no viendo en ella otra cosa más que la disolución de los elementos de que consta todo ser viviente. Si no hay nada temible para los mismos elementos en esta transformación incesante de uno en otro, ¿por qué temer la transformación y disolución de todas las otras cosas? Esto es conforme con la naturaleza: y nada es malo de cuanto a ella se acomoda.“
„Recuerdo a los hombres famosos del pasado: Alejandro, Pompeyo, Julio César, Sócrates, y tantos otros; y me pregunto: Ahora ¿dónde están? ¡Cuánto han luchado, para luego morir y volverse tierra…! La vida no es sino un río de cosas que pasan y se pierden. Veo una cosa por un instante, y ya pasó; y otras y otras pasarán… Pronto me llegará la orden: -Te has embarcado; has navegado; has llegado; desembarca…“
„¡A cuántos Crisipos se ha tragado ya la eternidad, a cuántos Sócrates, a cuántos Epictetos! Que se te ocurra lo mismo ante absolutamente cualquier hombre y cosa.“
„Basta con poner tu atención y deseo en ser bueno contigo mismo en cualquier cosa que hagas. Recuerda“
„Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante; pero usar de ella como un gigante es propio de un enano.“
„¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la Muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento?“
„¿Aparentar? No señora, yo no sé aparentar. Ni el color negro de este manto, ni el traje acostumbrado en solemnes lutos, ni los interrumpidos sollozos, ni en los ojos un abundante río, ni la dolorida expresión del semblante, junto con las fórmulas, los ademanes, las exterioridades de sentimiento; bastarán por sí solos, mi querida madre, a manifestar el verdadero afecto que me ocupa el ánimo. Estos signos aparentan, es verdad; pero son acciones que un hombre puede fingir… Aquí, aquí dentro tengo lo que es más que apariencia, lo restante no es otra cosa que atavíos y adornos del dolor.“
„Te ruego que recites el pasaje tal como te lo he declamado yo, con soltura y naturalidad, pues si lo haces a voz en grito, como acostumbran muchos de nuestros actores, valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero.Guardate también de aserrar demasiado el aire, así con la mano.Moderación en todo, pues hasta en medio del mismo torrente, tempestad y aún podría decir to torbellino de tu pasión, debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión.¡Oh! me hiere el alma oir desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guiñapos, hediendo los oídos de los «mosqueteros» que por lo general, son incapaces apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo.De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante….¡¡Esto es ser más herodista que Herodes…!¡ Evitalo tú, por favor!No seas tampoco demasiado tímido; en ésto tu propia discreción debe guiarte.Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la naturaleza, porque todo lo que a ella se opone, se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es, presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad;Mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imgen y a cadaedad y generación su fisonomía y sello caraterístico.De donde resulta que si se carga la expresión o si esta languidece, por más que ello haga reir a los ignorantes, no podrá menos de disgustar a los discretos, cuyo dictamen, aunque se trate de un solo hombre, debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros.¡Oh! cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar, y en alto grado, que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos, de gentiles, ni tan siquiera de hombres, se pavoneaban y vociferaban de tal modo que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres, le resultaron unos engendros:¡Tan abominablemente imitaban la Humanidad!¡Oh! Corregidlo del todo! y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado, porque alguno de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reir a unos cuantos espectadores imbéciles, aún cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención.Esto es indigno, y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión. Id a prepararos“
„… si mi nombre fuera asequible al temor, no sé de hombre alguno a quien evitase tan pronto como a este enjuto Casio. Lee mucho, es un gran observador y penetra admirablemente en los motivos de las acciones humanas. El no es amigo de espectáculos, como tú, Antonio, ni oye música. Rara vez sonríe, y cuando lo hace, es de manera que parece mofarse de sí mismo y desdeñar su humor, que pudo impulsarle a sonreír a cosa alguna. Tales hombres no sosiegan jamás mientras ven a alguno más grande que ellos, y son, por tanto, peligrosísimos. Te digo más bien lo que es de temer que lo que yo tema, pues siempre soy César.“
„El amor es humo, soplo de suspiros: se esfuma, y es fuego en ojos que aman; refrénalo, y crece como un mar de lágrimas. ¿Qué cosa es, si no? Locura juiciosa, amargor que asfixia, dulzor que conforta.“
„¿Qué cosa es, si no? Locura juiciosa, amargor que asfixia, dulzor que conforta.“
„No publiques con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debe ser afable; pero no vulgar en el trato. Une a tu alma con vínculos de acero aquellos amigos que adoptaste después de examinada su conducta; pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas. Huye siempre de mezclarte en disputas, pero no una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti. Presta el oído a todos, y pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión. Sea tu vestido tan costoso cuanto tus facultades lo permitan, pero no afectado en su hechura; rico, no extravagante: por que el traje dice por lo común quién es el sujeto…“
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