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duende
Relacionado con: duende
„Entonces la Niña de los Peines se levantó como una loca, tronchada igual que una llorona medieval, y se bebió de un trago un gran vaso de cazalla como fuego, y se sentó a cantar, sin voz, sin aliento, sin matices, con la garganta abrasada, pero… con duende. Había logrado matar todo el andamiaje de la canción, para dejar paso a un duende furioso y avasallador, amigo de los vientos cargados de arena, que hacía que los oyentes se rasgaran el traje, casi con el mismo ritmo con que se los rompen los negros antillanos del rito lucumí apelotonados ante la imagen de santa Bárbara.La Niña de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la estaba oyendo gente exquisita que no pedía formas sino tuétano de formas, música pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. ¡Y cómo cantó! Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre, digna, por su dolor y su sinceridad, de abrirse como una mano de diez dedos por los pies clavados, pero llenos de borrasca, de un Cristo de Juan de Juni.“
„Ángeles, mierda. ¿Y que hay de los duendes? ¿Que hay de los duendes, eh? ¿Alguien cree en duendes? Nunca escuchas nada sobre ellos excepto en Halloween, y siempre es mierda negativa sobre ellos, saben. Y los zombis. ¿Dónde mierda están los zombis? Ese es el problema con los zombis, no son confiables. Yo digo que si vas comprar toda esa mierda de los ángeles, deberías llevarte también el paquete zombi.“
„¿Qué asignaturas has elegido? —me preguntó Manet mientras Wil y él cerraban el trato con un apretón de manos.La pregunta me pilló desprevenido.—Todas, supongo.—Hablas como yo hace treinta años —dijo Manet riendo—. ¿Por dónde vas a empezar?—Por los Chandrian —contesté—. Quiero saber todo lo que pueda sobre los Chandrian.Manet frunció el ceño, y luego soltó una carcajada.—Bueno, supongo que no debería extrañarme. Sim estudia a las hadas y a los duendes. Wil cree en todo tipo de absurdos espíritus celestes ceáldicos. —Infló el pecho—. A mí me encantan los diablillos y los engendros.Noté que me ruborizaba de vergüenza.—Por el cuerpo de Dios, Manet —le cortó Sim—. ¿Se puede saber qué mosca te ha picado?—Acabo de apostar dos iotas por un chico que quiere estudiar cuentos infantiles —refunfuñó Manet apuntándome con el tenedor.“