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enfado
Relacionado con: enfado
„Si alguien te dice que estás muy guapo cuando te enfadas, miente.“
„Tu manera de hablar siempre me irrita —se enfadó de veras la tortuga—. ¿Qué es eso de vamos a probar a montarnos? ¿Probar a montarse y montarse no es, en la práctica, hacer lo mismo? Girar a la derecha mientras se duda y girar a la derecha con confianza y decisión llevan a un mismo destino. Tanto en un caso como en otro, ya no se puede uno echar atrás. Desde el momento en que pruebas llevar algo a la práctica, ya se decide tu destino. En la vida no existen las pruebas. Probar a hacerlo es lo mismo que hacerlo.“
„Por favor, no te enfades conmigo los días en que no te reconozca. Los dos sabemos que llegarán. Piensa que te quiero, que siempre te querré, y que ocurra lo que ocurra, habré tenido la mejor vida posible. Una vida contigo.“
„Si te enfadas, piensa en las consecuencias.“
„Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas.“
„Cada uno de nosotros somos dos y cuando dos personas se encuentran, se aproximan, se mezclan, es raro que las cuatro puedan estar de acuerdo. El hombre que sueña en cada hombre que actúa, si tantas veces se enfada con el hombre que actúa, ¿cómo no se va a enfadar con el hombre que actúa y el hombre que sueña en el otro?“
„Viendo toda esta armonía del cosmos que yo, con mi mente humana limitada, puedo reconocer, todavía hay gente que dice que no hay Dios. Pero lo que me enfada de verdad es que me citen para respaldar esas ideas.“
„La opinión que esa gente le merece no es buena y se enfada consigo mismo por sentirse tan afectado por esas miradas. Es algo que carece de lógica. ¿Cómo es posible que alguien que estime tan poco a la gente, dependa tanto de su opinión?“
„En ningún lugar encuentra el hombre refugio más apacible, más tranquilo, que en su propia alma, sobre todo cuando atesora aquellos bienes que, con una sola ojeada, nos devuelven en seguida la libertad del espíritu: y lo que yo llamo libertad de espíritu no es otra cosa que el estado de un alma bien ordenada. Concédete, pues, constantemente, este descanso y rehazte con él. Tendrás para ello ciertas máximas breves y elementales que, prontamente reducidas a la memoria, te borrarán toda pesadumbre y te restituirán libre de enfado, a tus funciones habituales. Porque, ¿qué cosa no puedes soportar con paciencia? ¿La ruindad de los hombres? Recuerda a este respecto que los seres razonables nacieron el uno para el otro, que de justicia deben sufrirse mutuamente, que sus faltas son involuntarias; piensa en los que, heridos de muerte, dados a la enemistad, al odio, traspasados por la lanza, están tendidos en la tumba, reducidos a cenizas. ¡Cálmate, pues!“