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Relacionado con: espada
„Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.“
„[En cuanto a] todo aquel, pues, que confiese unión conmigo delante de los hombres, yo también confesaré unión con él delante de mi Padre que está en los cielos; 33 pero [en cuanto a] cualquiera que me repudie delante de los hombres, yo también lo repudiaré delante de mi Padre que está en los cielos. 34 No piensen que vine a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada. 35 Porque vine a causar división, y estará el hombre contra su padre, y la hija contra su madre, y la esposa joven contra su suegra. 36 Realmente, los enemigos del hombre serán personas de su propia casa. 37 El que le tiene mayor cariño a padre o a madre que a mí no es digno de mí; y el que le tiene mayor cariño a hijo o a hija que a mí no es digno de mí. 38 Y cualquiera que no acepta su madero de tormento y sigue en pos de mí no es digno de mí. 39 El que halle su alma la perderá, y el que pierda su alma por causa de mí la hallará.“
„[…]Diego, quien sigue ocupado de hacer justicia, en parte por buen corazón, pero más que nada porque le encanta vestirse de Zorro y correr aventuras de capa y espada. No menciono pistolas porque pronto abandonó su uso; considera que las armas de fuego, además de ser imprecisas, no son dignas de un valiente. Para batirse sólo necesita a Justina, la espada a la que ama como a una novia. Ya no tiene edad para esas chiquilladas, pero por lo visto mi amigo nunca sentará cabeza.“
„Recorría sin descanso la inmensidad del sur con su pequeño ejército, adentrándose en los bosques húmedos y sombríos, bajo la alta cúpula verde tejida por los árboles más nobles y coronada por la soberbia araucaria, que se perfilaba contra el cielo con su dura geometría. Las patas de los caballos pisaban un colchón fragante de humus, mientras los jinetes se abrían camino con las espadas en la espesura, a ratos impenetrable, de los helechos. Cruzaban arroyos de aguas frías, donde los pájaros solían quedar congelados en las orillas, las mismas aguas donde las madres mapuche sumergían a los recién nacidos. Los lagos eran prístinos espejos del azul intenso del cielo, tan quietos, podían contarse las piedrecillas en el fondo. Las arañas tejían sus encajes, perlados de rocío, entre las ramas de robles, arrayanes y avellanos. Las aves del bosque cantaban reunidas, diuca, chincol, jilguero, torcaza, tordo, zorzal, y hasta el pájaro carpintero, marcando el ritmo con su infatigable tac-tac-tac. Al paso de los caballeros se levantaban nubes de mariposas y los venados, curiosos, se acercaban a saludar. La luz se filtraba entre las hojas y dibujaba sombras en el paisaje; la niebla subía del suelo tibio y envolvía el mundo en un hálito de misterio. Lluvia y más lluvia, ríos, lagos, cascadas de aguas blancas y espumosas, un universo líquido. Y al fondo, siempre, las montañas nevadas, los volcanes humeantes, las nubes viajeras. En otoño el paisaje era de oro y sangre, enjoyado, magnífico. A Pedro de Valdivia se le escapaba el alma y se le quedaba enredada entre los esbeltos troncos vestidos de musgo, fino terciopelo. El Jardín del Edén, la tierra prometida, el paraíso. Mudo, mojado de lágrimas, el conquistador conquistado iba descubriendo el lugar donde acaba la tierra, Chile.“
„Los Refutadores de Leyendas han sostenido siempre que toda la Naturaleza puede expresarse en términos matemáticos. Lo poco que queda fuera no existe. (…) Cuando fracasaban, simplemente declaraban superstición lo que no conseguían encuadrar en sus estructuras científicas.Existía un minucioso catálogo de cosas inexistentes que se actualizaba cada año. Allí figuraban los sueños, las esperanzas, el Hombre de la Bolsa, el alma, el ornitorrinco, el catorce de espadas, el Ángel Gris de Flores, el gol de Ernesto Grillo a los ingleses, la generala servida y la angustia.“
„¿Por qué golpeas a esa prostituta? Registra tu conciencia. ¿No cometiste tú mismo con ella el crimen que ahora castigas? El usurero hace ahorcar al falsario. Los pequeños vicios traslucen a través de los andrajos de la miseria; más las finísimas pieles y los trajes de seda lo ocultan todo. Dale al vicio un broquel de oro y la espada de la justicia se quebrará contra el, sin mellarlo; pero cubre su broquel con andrajos y un pigmeo lo atravesará con una simple paja.“
„Muestra tu valor y envaina la espada.“
„Una buena conciencia vale mil espadas.“
„Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada.“
„A pesar de todo, cada hombre mata lo que ama, Para cada uno, oigan esto, Algunos lo hacen con una mirada amarga, Algunos con una palabra adulatoria, El cobarde lo hace con un beso, ¡El hombre valiente con una espada!“
„¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.“
„¡Que precisamente con ayuda de espadas alemanas, de sangre y valor alemanes haya hecho la Iglesia su guerra de mortal enemistad a todo lo aristocrático que existe en la tierra!“
„Sueño con claustros de mármoldonde en silencio divinolos héroes, de pie, reposan;¡de noche, a la luz del alma,hablo con ellos: de noche!Están en fila: paseoentre las filas: las manosde piedra les beso: abrenlos ojos de piedra: muevenlos labios de piedra: tiemblanlas barbas de piedra: empuñanla espada de piedra: lloran:¡viba la espade en la vaina!Mudo, les beso la mano.“
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