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Relacionado con: exterior
„Sobre él verteré el hambre y el fuego hasta que la desolación lo aturda y todos los demonios de la oscuridad exterior miren asombrados y reconozcan que la especialidad del hombre es la venganza.“
„Tanto prevalece la salud por sobre todos los bienes exteriores que probablemente un mendigo sano sea más feliz que un rey enfermo.“
„Pues cuanto más tiene uno en sí mismo, menos necesita del exterior y menos le importan los demás. Por eso la eminencia del espíritu conduce a la insociabilidad.“
„No te distraigan los incidentes exteriores. Desocúpate para aprender algo más de bueno, y cesa de andar girando como una devanadera. Conviene asimismo precaverte de otra clase de extravío. Que desvarían los que, a causa de tantos quehaceres, se hastían de la vida y no tienen blanco alguno al que dirijan todos sus esfuerzos y, en una palabra, sus ideas.“
„Que la divinidad que está en ti sea guía de un ser varonil, respetable, social, romano, de un jefe que se coloca en su puesto como alguien que, liberado, esperara el toque de retreta para escapar de la vida, sin necesidad de un juramento ni de ningún hombre como testigo[213]. Por dentro, radiante[214] sin necesidad de servidumbre o tranquilidad exteriores. Hay que ser recto, no corregido.“
„Y el que aspira a ser algo exterior a sí mismo; miembro del Parlamento, rico tendero, eminente abogado, juez y otra cosa igualmente aburrida, ve siempre sus esfuerzos coronados por el éxito. Y éste es su castigo. El que quiere una careta, no tiene más remedio que llevarla.“
„El sufrir es muy largo y no puede dividirse por los estaciones del año. Sólo nos es posible señalar su presencia y advertir su retorno. Para nosotros el tiempo no avanza: gira. Parece formar un círculo alrededor de este eje: el dolor. La paralizadora inmovilidad de una vida regulada, hasta en sus más ínfimos detalles, por una rutina inmutable, de suerte que conforme, bebemos, nos paseamos, dormimos y rezamos – o por lo menos, nos arrodillamos para rezar – conforme a los inflexibles dictados de un reglamento de hierro; esa inmovilidad que hace que cada día sea, con todos sus horrores, y hasta en sus más pequeños detalles, idéntico a sus hermanos, parece comunicarse a aquellas fuerzas exteriores, cuya existencia es una perpetua variación. Nada sabemos de la siembra ni de las cosechas, de los segadores doblados sobre las espigas o de los vendimiadores deslizándose entre las vides; de la hierba del jardín, ornada con el blanco manto de las flores caídas, sobre la cual se hallan esparcidos los frutos maduros. Nada sabemos, nada podemos saber.Para nosotros sólo hay una estación, la del dolor. Parece incluso como si nos hubieran arrebatado hasta el sol y la luna. Fuera podrá brillar el día con tonos azulados o dorados, pero la luz que se filtra por el espeso cristal del ventanillo con barrotes de hierro bajo el cual nos hallamos sentados, es mísera y mortecina. En nuestra celda vecina reina constantemente la penumbra, y la noche invade siempre nuestro corazón. Y todo movimiento se detiene, igual que en el girar del tiempo, en la esfera del pensamiento.“
„En el mundo exterior la gente no suele hablar con franqueza, ¿no es cierto?“
„Las personas no pueden corregir sus defectos. Las tendencias del ser humano se consolidan antes de los veinticinco años, aproximadamente, y después, por más esfuerzos que uno haga, no puede cambiar, en lo esencial, su naturaleza. El problema radica en cómo reacciona el mundo exterior ante las tendencias de uno.“
„La mayoría de las personas de este mundo se encuadran a sí mismas dentro de una ficción.Y yo también, claro. Piensa en la transmisión de un coche. Pues es como una transmisiónque te conecta con la cruda realidad. Que regula la fuerza que viene del exterior a través delengranaje, hace que todo sea más fácil de aceptar. Y así protege tu cuerpo vulnerable. ¿Me entiendes?“
„Las palabras son mi ausencia particular. Como la famosa «muerte propia» (famosa para los demás), en mí hay una ausencia autónoma hecha de lenguaje. No comprendo el lenguaje y es lo único que tengo. Lo tengo sí, pero no lo soy. Es como poseer una enfermedad o ser poseída por ella sin que se produzca ningún encuentro porque la enferma lucha por su lado —sola— con la enfermedad que hace lo mismo. Yo escribo a falta de una mano en mi mano, a falta de dos ojos frente a los míos, a falta de un cuerpo exterior a mí sobre el cual apoyarme —un minuto siquiera— y llorar. (Lágrimas visibles, que se puedan secar, que la mano deseada pueda enjugar.) Este silencio de las palabras que me invaden, de las que digo y escribo, es el horror, el vértigo, el dolor en su estado más puro. ¿En dónde hallar una presencia humana que me calme? Nunca nadie lo pudo; ni amigos ni amantes. Sólo cuerpos vacíos que apenas diferencio de las cosas y sólo fantasmas que he amado hasta pulverizar mi conciencia y mi memoria.“
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